El diktat que el FMI y el gobierno alemán han impuesto a Atenas ya se ha cobrado sus tres primeras víctimas mortales. Lamentables muertes que serán aprovechadas por las fuerzas tenebrosas del capitalismo para desacreditar al movimiento de resistencia generado en Grecia contra la imposición de medidas económicas draconianas para que el país supere la bancarrota a la que le condujo un inmoral y corrupto gobierno de derechas.
Sería un error muy grave por parte de las organizaciones de trabajadores, que la violencia pasara a protagonizar la resistencia contra la iniquidad de estas medidas. Sería dar argumentos a sus principales enemigos que, no dudarán lo más mínimo, en utilizar todos los medios a su alcance para reprimir con toda la contundencia que puedan este movimiento.
Pero, pese a ese temor, si es hora de resaltar que las protestas y huelgas de los griegos están más que justificadas. El coste humano que va a tener para la mayor parte de los ciudadanos del país la salida de la crisis, va a ser de tal envergadura, que es muy posible que Grecia se convierta en uno de los estados más empobrecidos de Europa.
La subida de impuestos, mezclada con recortes de salarios y con abaratamiento del despido; el aumento de la edad de jubilación, así como la modificación del calculo de años de cotización para cobrar las pensiones, son el mejor caldo de cultivo para que la recesión dure muchos años.
Y sin embargo, los banqueros de Alemania y sus aliados, país cuya responsabilidad en la crisis griega es innegable, verán como engordan sus arcas con los intereses usureros con el que van a ser pagados los 110.000 millones de euros que se supone que es una “ayuda”.
Esta es, pasada la primera convulsión que entre el capitalismo produjo la crisis, la respuesta que éste da a la misma. Generar miseria.
La izquierda europea no supo, no pudo o, aún peor, no quiso, entender que la crisis era una oportunidad extraordinaria para cambiar el sistema de producción. Que había que aprovechar como fuera la quiebra y el miedo del capitalismo para derrotarlo en varios frentes.
Pero no. Se prefirió salvar el sistema, se optó por una aplicación de ayudas a los grandes bancos, a las grandes entidades financieras, con la la ayuda del dinero de todos los contribuyentes.
Ahora, recuperados del primer susto, sentados de nuevo en sus poltronas dictan las medidas que los gobierno acatan dócilmente y sacrifican a millones de personas para poder seguir robando impunemente.
Lamento profundamente las muertes de Atenas, mucho más si han sido provocadas por irresponsables del movimiento trabajador, pero cuando se provoca de tal forma a la ciudadanía, cuando se la quiere condenar a la miseria, se puede esperar la respuesta menos deseable.