A muchos ciudadanos de este país nos ha costado demasiado tiempo y bastante dolor, que ha incluido el terrible pago de muchas vidas perdidas, conseguir que se consolidara, entre otros objetivos cívicos, el estado de derecho.
Aún así, después de la cantidad de años transcurridos desde la muerte del dictador, este estado de derecho es muy imperfecto y, más aún, temo que va a ser una de las primeras víctimas, si no lo es ya, de la corrupción que todo lo asola.
La corrupción, que es la génesis de cualquier crisis, va a acabar por afectar, no sólo a las instituciones, a los partidos, a las personas, al crédito democrático. También va a acabar por poner en cuestión derechos que creíamos intocables. Parece que todo vale en esa lucha.
Me referiré a dos cuestiones que me preocupan seriamente: por un lado el cuestionamiento de la presunción de inocencia y, por otro, la utilización que la mayoría de los medios de comunicación hacen de estos asuntos.
Durante la infame dictadura, todos los ciudadanos éramos sospechosos de cualquier delito, había que demostrar ante los tribunales que no se era culpable y, muchas veces, las sentencias estaban señaladas de antemano. Esto era especialmente evidente en el caso de los denominados delitos políticos.
Hoy, la corrupción, está barriendo muchas veces entre tanta basura, la presunción de inocencia de los afectados que se ven, asimismo, sujetos a juicios paralelos de los que difícilmente saldrán indemnes, incluso aunque posteriormente no haya pruebas suficientes para su punición y sean considerados no culpables.
Se habla en las tertulias, el los foros más insospechados, en la calle, de la corrupción con tanta frivolidad que espanta que personas que, unas por edad, y otras por la preparación que se les supone, sean capaces de no sentir cierto pudor a la hora de efectuar acusaciones tan a la ligera, sin disponer de los datos suficientes que, casi siempre, están bajo secreto sumarial.
Parece que no se dan cuenta de que sus opiniones pueden llegar a formar las de otras personas que acabarán por concluir que todo es una porquería con la que hay que acabar de cualquier forma. Y en esta “cualquier forma” es donde radica el peligro.
La corrupción existe, por supuesto, pero no debe darnos pie a vulnerar los derechos civiles de los inculpados que, sólo serán culpables, cuando haya una sentencia firme dictada por un tribunal competente, no por un periódico, no por un tertuliano.
Por supuesto, esto no exime a los presuntos afectados por estas tramas de sus responsabilidades políticas. Ni a ellos, ni a quienes les mostraron su confianza acrítica . Porque en la actividad política la honradez debe permanecer sin la más mínima duda.
Pero, la responsabilidad política y la responsabilidad penal deben caminar por vías distintas y jamás deben ser tratadas de igual forma.
La segunda cuestión es la utilización que algunos medios hacen de estos casos.
¿Es necesario, por aportar algún valor informativo, presentar ante los lectores o ante los televidentes las imágenes de las personas implicadas, esposados, recogiendo sus pertenencias al salir de un furgón policial?
¿No es esto más parecido a un gran hermano con una clara intención morbosa, propia del amarillismo, que a una información sosegada y rigurosa sobre este problema? ¿A quién se pretende hundir en cada momento, al verdadero culpable, o al adversario político de turno?
No se trata, por supuesto, de que los medios no informen a los ciudadanos de los casos de corrupción, presuntos o confirmados, sino de que no se vulneren los derechos que, como ciudadanos, les corresponden a los inculpados, entre ellos el respeto a su dignidad que, incuso si son condenados, merecen como personas.
Me temo que la corrupción va a crear muchas más víctimas que los propios culpables y estimo que quien vulnera hoy la presunción de inocencia y se ensaña con los reos, bien puede hacer mañana lo mismo con cualquier otro derecho con tal de ganar la batalla de la audiencia.
Tenemos que decidir entre “prefiero cometer un injusticia a soportar el desorden” o “es mejor que se libre de la pena un culpable que castigar a cien inocentes”.
5 comentarios:
Querido Txema has tocado un tema muy espinoso y profundo. Por un lado la corrupción es tal que ya se ha instalado la desconfianza de la ciudadanía hacia la "cosa pública", hacia los políticos. Ya para muchos todos son lo mismo. Creo que eso ya de por sí es gravísimo.
Si a eso le añadimos lo que tu bien señalas el juicio paralelo modelo Gran Hermano, la situación ya se hace prácticamente inaguantable.
Desgraciadamente es donde nos hallamos.
Si, estoy también muy preocupada
Un beso
Txema, amigo, yo creo que tienes razón en hablar de la presunción de inocencia. Pero por otro lado, la imputación de individuos, donde públicamente se conocen ciertos hechos, es más en casos son sostenidos por los mismos inculpados, resulta que no se aplica la responsabilidad política. Y vemos cómo un individuo sigue en su puesto (pongamos un ejemplo, Fabra, con nueve imputaciones, seis cambios de juez en los cinco años que lleva imputado, y ahí sigue, número uno del PP en Castellón y no le mueve ni dioxx).
Yo creo que esas cosas --no adoptar responsabilidades políticas-- también hacen que se generalice la culpabilidad de muchos presuntos sin esperar a la sentencia.
Y luego está el tema de la Justicia, que a veces, como tú sabes, deja mucho que desear.
En fin, un lío tremendo. Se necesitaría empezar de nuevo o hacer borrón y cuenta nueva y no es fácil.
Salud y República
Si, es un tema espinoso. Pero para mí no hay duda de que los derechos individuales deben ser respetados. Por todos y para todos.
un saludo amiga Carmen
Claro Don Rafa, lo ideal sería empezar de nuevo, acabar con todo este entramado que desprestigia a las instituciones.
Por eso, como tú sabes muy bien, comparto la idea de la necesidad de una refundación que, iniciada por un grupo de personas que aún creemos que es posible una sociedad más justa, se vaya extendiendo a toda la sociedad.
En realidad la refundación no se puede limitar un partido, debe ser absoluta.
un abrazo.
Buenos Días Txema..a mi me da tremenda vergüenza que sucedan esas cosas. Un escandalo de corrupción detrás de otro. Encima que haya "ciudadanos" a los que les de igual y que digan que eso es "normal" cuando es inadmisible...
Un abrazo!
En mi opinión tienes mucha razón, los medios parecen más preocupados por la foto, que por el fondo. La foto para ilustrar que?. Me preocupa que al poco tiempo esos personajes aparezcan como protagonistas pagados en proramas de TV. Me preocupa que con el tiempo el motiv o de la foto se atenue hasta desaparecer, me preocupa que como en el caso de los Albertos se queden con la pasta y en libertad, pero con la cara de recurrir una sentencia que les deltata. Me preocupa que se mire finalmente para otro lado y triunfe la impunidad.
La justicia dilatada, perdida en el tiempo termina siendo una justicia a medis y la foto, es evidente que es inutil.
Salud
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