Un primer y apresurado vistazo a la Ley de Economía Sostenible que presentó el 27 de marzo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, me lleva a la conclusión de que se trata de más de lo mismo, es decir, acrecencia de intentos de mantener a salvo el sistema capitalista, con parches paliativos, en la más pura tradición revisionista. O, dicho de otra forma, ni un sólo avance hacia el socialismo, ni siquiera en su versión socialdemócrata.
Por lo tanto, como no se aprovecha la crisis para acometer, no estas reformas más o menos bien intencionadas, sino auténticos cambios radicales del sistema de producción, es más que seguro que, dentro de algún tiempo, 15 ó 20 años, volvamos a padecer otra situación similar a la actual.
Se ha dicho que este conflicto ha tenido unas caracteristicazas muy distintas a las anteriores y ello es, en mi opinión, sólo cierto parcialmente porque, en el fondo, la cuestión es la de siempre: la contradicción innata del sistema de producción capitalista entre la ilimitada capacidad producción y la limitada capacidad de consumo y distribución. Algo que hace que las crisis sean absolutamente necesarias para la sobrevivencia del propio sistema que así se ajusta dentro de su lógica.
Es cierto que el problema más palpable ha sido en este caso la casi desaparición del crédito, algo que tampoco es nuevo porque, en cualquier crisis, lo primero que desparece es el préstamo de dinero con lo que se paraliza el sistema, que es precisamente la base de su reajuste.
También en esta crisis se ha puesto de manifiesto la contradicción entre la sobreproducción y la capacidad limitada de consumo. El detonante han sido las hipotecas de alto riesgo llamadas “subprime”.
E hipotecas son sólo el resultado de la necesidad que las constructoras e inmobiliarias de Estados Unidos tenían de colocar, de vender, de distribuir, sus casas en un mercado absolutamente saturado. El exceso de producción de casas lleva a tener que incentivar artificialmente el consumo y facilitar el acceso al crédito incluso en condiciones de gran riesgo tanto a posibles compradores como a constructores.
Los bancos, no sólo en Estados Unidos, creyeron que, en el peor de los casos, siempre tendrían, en caso de morosidad, la garantía de la casa incautada al que no podía pagar, sin contar con la posibilidad de que se produjera un parón en la demanda, y por tanto, una caída generalizada de los precios de tal magnitud que, en el mejor de los casos, vendían con fuertes pérdidas.
Como la economía está globalizada no sólo los bancos estadounidenses fueron los afectados sino los de caso todo el mundo, ya que las “subprime” habían sido vendidas a diestro y siniestro.
Y ahora qué pasa. Pues sencillamente que allí donde la crisis ha coincidido con la presencia en el gobiernos de partidos socialdemócratas, éstos no han hecho nada por cambiar el sistema y, fieles a su historia, han sido presos del pánico y se han limitado a medidas paliativas encaminadas a corregir algunos de los aspectos más dañinos invirtiendo cantidades ingentes en salvar grandes empresas y bancos.
Es cierto, y justo es reconocerlo que, en el caso de España, el gobierno ha intentado con más afán que éxito, evitar que los efectos de la crisis no provocara un desastre entre los trabajadores. Es evidente que los resultados son muy pobres, porque nada menos que cuatro millones de personas han perdido su empleo y un millón de familias tienen a todos sus integrantes en el desempleo.
Y ahora nos presentan una serie de medidas que sólo van a servir para capear el temporal porque no atajan el verdadero mal. Se trata de medidas de incentivo de la misma economía que antes o después volverá a producir una nueva espiral de sobreproducción.
Porque nos podríamos preguntar con inquietud, qué tipo de economía es la que se quiere incentivar. ¿La misma que nos ha llevado es esta situación de desempleo, de incertidumbre, de desaparición de empresas pequeñas y medianas, de EREs masivos, de personas que pierden sus casas? ¿Es esto lo que hay que incentivar, es este la economía sostenible que hay que nos va a salvar?
En fin, como señalé al inicio y, aunque la lectura definitiva de estas medidas es algo que está pendiente, al menos hasta que conozcamos los detalles más importantes, da la impresión de que este proyecto de Ley tan cacareado se queda en nada de nada o en más de lo de siempre.
9 comentarios:
Agua de borrajas, o aguachirri, como le decimos aquí. En fin, Txema, que pases un excelente Domingo.
Pues si que estamos apañados !
Es terrible tanto desempleo y familias que pierden sus casas, verdaderamente es una pena.Petonets.
Menda muy acertada la comparación. Aquí el aguachirri es algo que tiene mucha agua y poca suistancia, como un mal café o un caldo flojito.
Bueno, ya se va acabando este domingo pasado (mucho) por agua precisamente.
Eso es lo malo Gèno, que los problemas de los ciudadanos no parce que van a encontrar una solución satisfactoria a corto plazo. El tiempo pasa y las deudas atenazan.
petonets
Pues más de lo mismo. Suma y sigo. Yo espero al miércoles a ver que nos dice Zapatero porque lo que ha dicho sobre la economía sostenible es casi nada, falta casi todo. Son mediditas que no son malas pero sí insuficientes y son a favor de las pequeñas y medianas empresas.
Salud y REpública
¿Y podemos aprender de los errores de otros?
Porque si la solución que buscamos es para volver al punto de partida...
Como dice Partisana, todos deberían tener clases de economía en las aulas en vez de para la ciudadanía... así entenderíamos más y nos engañarían menos...
Pilar, si las clases para la ciudadanía se dieran bien, es decir formando a la gente en los principios cívicos esenciales, el resultado sería el mismo que con clases de econmía.
Si Rafa, vamos a esperar, pero soy pesimista en cuanto a medidas que supongan algún cambio de modo de producción.
Un saludo
PD: a Tí Pilar también te envío un saludo que antes omití de forma imperdonable.
Perdonado :-)
Cierto que hay que esperar, pero me preocupa tanto comentario sobre la reforma laboral, sin concretar. Que derechos pretenden eliminar o reducir?. Iremos viendo y reconociendo según se quiten las caretas.
Salud
Publicar un comentario