jueves, octubre 29, 2009

FALSO DEBATE

He leído estos últimos días, con más desolación que con otra sensación como podría ser la indignación, lo que por parte de algunos se ha pretendido considerar como una especie de debate público sobre la cuestión de las designación de candidatos de Izquierda Unida para las próximas elecciones autonómicas y municipales.

Se ha pretendido, usando algún medio de comunicación, desprestigiar a Inés Sabanés a fin de tener una coartada que justifique su eliminación como numero uno en la candidatura de IU a presidir la Comunidad de Madrid.

Se ha llegado a decir que es “posmoderna” y que le preocupa más la corrupción que la crisis. Se ha insinuado que ha existido una oferta del Psoe para ingresar en ese partido.

No es mi intención defender a Inés, porque ya otros lo han hecho con acierto y contundencia aunque, en todo caso, si quiero subrayar que posiblemente sea una de las últimas personas que aportan un valor añadido importante a esta organización que está en franca decadencia.

Porque, sólo esta circunstancia, puede explicar, y aún sería incomprensible para casi todos nosotros, que para nominar a cualquier otro candidato se necesita de una campaña previa de estigmatización y descrédito de un compañero o compañera.

Quienes tienen la mayoría no necesitan usar métodos de otras épocas porque, precisamente, esa mayoría les da la suficiente legitimidad para poder nombran a quien consideren más idóneo.

Pero lo que no puede hacer la mayoría, dicho sea de paso, es incumplir las normas que todos hemos aceptado como buenas y que son parte del proceso de refundación de IU, ya sea para elegir candidatos o para elaborar un programa de acción política.

Resulta ciertamente sorprendente que se pretenda empezar la casa por el tejado, nombrando los candidatos y candidatas, antes de haber discutido seriamente un programa que, además, tiene que contar con la participación de todos los elementos posibles para darle una carácter de frente amplio de cara a superar la crisis de IU y, lo que es más importante, acabar de una vez con el gobierno de Esperanza Aguirre.

¿A qué vienen esas prisas repentinas? No se entiende muy bien, no se justifica y va en sentido contrario al espiritu de refundanción de IU.


domingo, octubre 25, 2009

ESPERPENTO EN CAJA MADRID

Me imagino lo qué pensarán los ahorradores que tengan su dinero depositado en Caja Madrid y sigan con un mínimo de atención el espectáculo lamentable en el que el Partido Popular ha convertido el proceso de elección del nuevo presidente de la entidad. Una pelea con cuchilladas, denuncias y declaraciones que dejan en muy mal lugar a los contendientes.

Si, a esto, añadiéramos la vergüenza que produce, especialmente en Valencia, el desarrollo de la trama Gürtel, acabaríamos por concluir y, sin posibilidad de error, que el PP no puede ser en absoluto una alternativa seria para dirigir los destinos de este país, no sólo ya por los casos de corrupción, sino por su incapacidad para tomar medidas contundentes y a tiempo.

Sin embargo, las encuestas dicen lo contrario y este partido aventaja al PSOE de ZP, Pepiño y Pajín, a pesar de todos los pronunciamientos anteriores, en la intención de voto. La verdad es que el partido que sustenta al gobierno y éste mismo, peor no lo pueden hacer, aunque esto no justifica acabar en brazos del PP.

Así que es muy posible que Don Rajoy piense que si con todo en contra las cosas no les van tan mal, es mejor no hacer cambios, siguiendo la doctrina del santo de Loyola, quien ya se sabe que sostenía que tiempo de tribulación es mejor no hacer mudanza.

Pues en D. Rajoy encuentra un ferviente seguidor de Ignacio, pese a que tiene un su organización un verdadero polvorín en que cualquier día le estalla un petardo debajo del trasero.

Y, por volver al principio, para tribulación la que deben sentir los impositores de Caja Madrid que ven como dos facciones del PP se pelean de manera denodada por hacerse con el control de la entidad.

Por un lado, el supuesto liberal y tolerante Ruiz Gallardón y, por otro, la “lideresa” autoritaria y francamente antipática Esperanza Aguirre que representa al sector ultramontano.

Es lógico deducir, en estas circunstancias, que los ahorradores estarán estupefactos ante el desinterés mostrado por los políticos de la Comunidad y del Ayuntamiento por cualquier otra cuestión como, por ejemplo, qué política de crédito y de obra social debe tener Caja Madrid. De eso, por supuesto, ni una sola palabra.

Evidentemente la facción que controle Caja Madrid, fiscalizará el dinero de la misma y por tanto, y no es en absoluto un tema menor, la posibilidad de que la entidad conceda préstamos a las organizaciones políticas, sindicales, municipales y autonómicas con generosidad en el montante y en las condiciones más flexibles. Y eso, lo saben todos que, por cierto, andan muy necesitados de crédito.

La disponibilidad del dinero es esencial para poder actuar en política y quien tiene el grifo de los euros tiene el control de la actividad propia y ajena.

De ahí el interés del alcalde Gallardón y de la presidenta Aguirre en que un personaje de su cuerda sea el numero uno de la caja. Es igual si es un entendido economista o un perfecto lerdo con tal de que sea leal a quien le ponga.

Pero como ambos saben que sólo con sus fuerzas no pueden colocar a su virrey necesitan pactar con alguien que les apoye para sacar adelante el nombramiento.

A mí, personalmente, lo que decida el cortijero Tomás Gómez, con su PSM, me es indiferente, porque se basará en los intereses del partido mucho más que en el de los ahorradores. También él tiene que jugar la baza del pacto.

Sin embargo, si me preocupa lo que vaya a decidir Izquierda Unida. Ya se hizo mal la vez anterior con el acuerdo de estabilidad que, por no ser bien explicado, fue utilizado por el tal Gómez para denostar a IU, tachando el compromiso de poco o nada ético, aunque, eso sí, poco después se sumó gustoso a él para pillar una de las vicepresidencias que IU le había reservado.

Así pues, habrá que medir milimétricamente lo que se vaya a hacer, siempre con la mirada puesta en el interés de la mayoría y, sobre todo, con transparencia absoluta de cara a los ciudadanos lo que significa una información clara, precisa, abundante y a su debido tiempo. Esto es también una forma de hacer política.