Se acabó
ya este maldito y nefasto 2012; en buena hora desaparece y ojalá que dentro de
poco podamos olvidar su existencia en nuestras vidas. Y también que todos
aquellos que más han sufrido su paso,
puedan recuperarse pronto para volver a una existencia digna.
Ha
sido, sin duda alguna, uno de los peores años de la reciente historia para la mayor parte de
los ciudadanos de este país. Un año en el
que miles de personas han perdido sus casas, sus viviendas, etc. Y un año en el que casi un millón se han quedado sin
empleo, muchos han quedado sin medios de
subsistencia y cientos de miles están en el umbral de la pobreza.
Y ha
sido el año en el que un presidente de Gobierno, al menos nominalmente lo es,
ha logrado acumular el mayor número de incumplimientos de promesas electorales que
yo recuerde desde que se inauguró la famosa “democracia” constitucional como si
de un pantano franquista se hubiera tratado. Así nos va.
En
efecto, Mariano Rajoy, llegó hace un año
más o menos a la Moncloa amparado en una mayoría absoluta tramposa, basada en
una Ley Electoral injusta y perversa, destinada a consolidar la alternancia al más
puro estilo canovista.
Desde
esa fecha, su mandato (al dictado de la merkel)
se ha convertido en una pesadilla para casi todos los españoles, excepción
hecha de los más poderosos, a quienes no
se ha atrevido a tocar ni un pelo de la ropa para que no se marchen, como ha
tenido la desfachatez de reconocer en el asunto de las Sicav.
Algunos
de ellos, como el inmundo Díaz Ferrán, están hoy en la cárcel por delitos de diverso tipo, entre los que están ¡como no! estafar a sus trabajadores. Otros siguen
libres pese a ser sospechosos de haber estafado a millares de ciudadanos desde
puestos de responsabilidad en entidades financieras: el amiguete Rato, es el
ejemplo más sonado pero no el único. Y por cierto, no solo el PP tiene manchas
en este aspecto.
Un año
en el que, un día tras otro, ha tomado
medidas absolutamente lesivas para la masa enorme de ciudadanos trabajadores; recortes
de derechos sociales, hachazos salariales, reforma laboral, subidas de
impuestos directos e indirectos, etc. lo
que ha provocado un empobrecimiento general que llevado a este país a un
retroceso de 20 años o más.
Especialmente
trágica es la situación de quienes, acosados por la banca, ven como les quitan
sus casas, mientras millones de pisos siguen vacíos y sin vender, sin que el
gobierno haya tenido un gesto verdaderamente eficaz para parar esta vergüenza
que hace sonrojar a cualquiera.
Saña con los funcionarios
Se ha
ensañado especialmente con los funcionarios, con los trabajadores del sector
público, a los que ha robado con total impunidad una parte sustancial de sus
ingresos y a los que machaca sin piedad con decisiones que “lamenta pero que
son necesarias”. El sector público debe recordar el daño que Mariano Rajoy le
causa y no olvidarse jamás de ello para actuar en consecuencia.
Ha
recortado los ingresos de los pensionistas, ha liquidado la enseñanza como un
bien general, ha destrozado la Sanidad Pública, ha llevado a la categoría de
parias a los inmigrantes, ha criminalizado a quienes son y quieren ser solidarios.
No ha logrado que los jóvenes tengan esperanzas de poder encontrar un trabajo
en su propio país.
Pero
todo esto, con el trasfondo de la estafa que él y sus acólitos llaman crisis,
no es más que la demostración palpable del odio visceral que el PP siente por
todo lo que sea público, todo aquello que no signifique negocio, rentabilidad,
competitividad, ¡la marca España¡, dirigida a enriquecer a unos pocos, casi
siempre amiguetes, en detrimento de la
enorme mayoría. El caso de la Comunidad de Madrid y su gobierno ultra son la
mejor prueba.
Una cuestión de ideología
Se desmantela
cada día que pasa el mini estado de Bienestar no por necesidad como se
argumenta, sino por ideología. Lo mismo
que se ataca la enseñanza con una reforma hecha a medida de la Conferencia
Episcopal representante del clero más retrógrado del mundo.
Se
pretende liquidar la combatividad de los más conscientes de los trabajadores
con multas inasumibles, todo tipo de amenazas y con privación de libertad al
más puro estilo fascista: Alfonso Fenández es la prueba evidente de esta
situación.
La
policía vuelve a ser esa organización represiva que puede saltarse la Ley con
impunidad y con la cobertura de quienes deberían evitarlo.
¡La
Ley!, que este gobierno usa de forma arbitraria, encareciendo las tasas
judiciales para que la el acceso a Justicia sea también una quimera para la
gran mayoría.
¡Y qué
decir del asalto totalitario del Mariano Rajoy y su PP a los medios de
Comunicación! Es tal el deterioro que las cotas de audiencia de RTVE y RNE caen
mes tras mes, semana tras semana, tras haberlos convertido en instrumentos de
propaganda insoportables.
En fin,
habría miles de argumentos para desear
que con el fin de 2012 y el inicio del nuevo año, desapareciera el gobierno de
Rajoy y dejara de pisotearnos la nazi de Berlín. Pero para eso habrá que
combatir.