Joaquín Leguina, al que tuve oportunidad de descubrir hace ya muchos años, escribe hoy un interesante artículo en el diario El País, en el que pretende convencernos, desde la bondad de la equidistancia, de que lo mejor que podemos hacer es olvidar lo que sucedió durante la guerra incivil y la dictadura de Franco para no provocar desunión en la patria hispana.
El texto me parece muy interesante y clarificador porque se ocupa en profundidad de la verdadera cuestión que se está dirimiendo desde hace tiempo: los crímenes del franquismo y su pactada o no impunidad.
Por tanto, huye, creo que con buen criterio, de entrar en debates estériles sobre el juez Garzón (al que lanza su correspondiente puya) y su presunta prevaricación, que no es el tema de fondo, sino un hábil recurso, al más puro estilo de Goebbels, para que el ruido sea tal que nos desvíe de lo esencial. Y, a partir de ahí, descubre su "pensamiento".
Dicho esto, tengo que manifestar mi más rotundo rechazo a los argumentos de Leguina porque parte de varias premisas falsas, pretendidamente bien intencionadas, pero que equiparan unas actitudes execrables (el terrorismo de unos golpistas) con las acciones violentas individuales de otros que fueron, siempre que fue posible, perseguidas.
Incluso en el ejemplo del militante socialista de Madrid que usa Leguina para "ilustrar" la violencia en el campo republicano, un personaje responsable de los paseos de la tristemente famosa brigada del amanecer, aclara que Indalecio Prieto dio la orden de detenerlo. ¿Hubo algún caso similar en el bando golpista, donde el terror era avalado y propiciado desde las máximas responsabilidades?
Es más, el discurso oficial y público de los sublevados era provocar el máximo terror posible, exterminar a medio país si era necesario para acabar con la "barbarie" roja. Y ciertamente que se esforzaron en conseguirlo.
Insiste Joaquín Leguina en que durante la guerra en ambos campos se cometieron atrocidades, lo que es cierto desde un punto de vista meramente formal. Lo que no dice es que las franquistas no cesaron en su terror con la “victoria” sino que lo extendieron durante los 40 años que duró la dictadura.
Nada dice, por ejemplo, de los fusilamientos de septiembre de 1975, ¡dos meses antes de la muerte del dictador! Eso parce que no cuenta para el eminente ¿socialista? madrileño. El régimen de Franco actuó violentamente hasta el último instante.
También me ha sorprendido negativamente que asegure que los que pactaron la transición fueron generosos y no egoístas. No lo creo que absoluto, visto lo que hemos visto después.
Los que acordaron la transición con los franquistas, por cierto bajo la presión militar, sabían perfectamente que la amnistía generalizada significaba que, con todos los pronunciamientos legales, se daba cerrojazo a la responsabilidades de la dictadura y a todos sus beneficiarios, cómplices, palmeros y secuaces. Eso si, a cambio de poder participar en la “reconciliación nacional” y la construcción de la democracia otorgada.
Resulta ocioso decir que no es comparable la lucha contra una dictadura, que ejercer el poder en complicidad con la misma. Por lo tanto no se puede equipar a unos con otros ni sus acciones. Otra cosa es que se imponga la “amnesia” para todos los perdedores para salir del atolladero.
Dice que no hay que alentar la división maniquea ente buenos y malos. En realidad nadie pretende semejante cosa. Lo que se quiere es que las personas que están en las cunetas y en las fosas comunes anónimas puedan recibir una sepultura digna. Nadie, absolutamente nadie, pretende que se hagan funerales del Estado a esos muertos, sino que se les devuelva su dignidad escarnecida.
Y si, evidentemente las víctimas del bando "nacional" han recibido los honores correspondientes y la generosidad económica del franquismo.
Y si, evidentemente las víctimas del bando "nacional" han recibido los honores correspondientes y la generosidad económica del franquismo.
Es cierto que no todos los asesinados por los franquistas lo fueron por su amor a la democracia y a la libertad, pero es que no ha existido la más mínima posibilidad de que nadie haya sido recuperado para la memoria.
Al final, ya desbarra al rechazar taxativamente que la derecha española sea añorante del franquismo. Ciertamente no estoy en condiciones de juzgar, ni además quiero, a toda la derecha hispana. Me tengo que guiar por los indicios de lo que observo y lo que veo no me gusta en absoluto.
Es muy posible que no sea añorante de la figura del general pero, sin duda, persiste una actitud autoritaria preocupante que se podría identificar con eso que se ha dado en llamar franquismo sociológico.