Debemos congratularnos seriamente porque uno de los mayores exponentes humanos de la derechona pura y dura se defina ahora, en ese partido llamado Foro Asturias, y tras su sonora bronca y posterior ruptura con el Partido Popular, de centro y municipalista. Así pues, bienvenido al Centro Mr. Cascos.
Pero ¿qué es situarse en el centro político? Pues sencillamente en el mejor de los casos se podría decir que es colocarse en la indefinición más absoluta, pretendiendo hacer creer a los ciudadanos que se está en el equilibrio, en la equidistancia, alejado de los maximalismos, o sea, en la nada.
En realidad, el centro político no existe; es una entelequia, una especie de disfraz para engatusar a personas con ciertas cautelas, o más bien disimulo, ante lo que se ha venido comúnmente definiendo como izquierda y derecha. Personas, sobre todo, a las que asustan en el sentido literal de la palabra, los postulados que consideran radicales, casi siempre vinculados a los avances sociales. Al final el centro es también parte de la derecha y sólo circunstancialmente, si huele alguna ventaja personal, apoya a la izquierda.
Curiosamente, el centro está lleno de siglas y siglas. Cada vez que alguien se separa de su organización, de forma inmediata se define de centro. Los ejemplos abundan en los últimos años como para tener que recordarlos. También hay quienes se definen de centro desde siempre pero por motivos más bien emparentados con la historia.
La llegada de Mr. Cascos al centro va a quitar -dicen- espacio a otros que también están ahí. Yo, francamente, lo dudo bastante.
Algunos políticos tienen tendencia a creer que son una especie de santones y que basta su aparición en la arena para que las masas les sigan cual profeta. Es posible que esto sea así durante algún tiempo, pero más a la corta que a la larga, todos estos experimentos acaban en sonoros fracasos, entre la indiferencia general. También en esto hay ejemplos abundantes.
No negaré que se puede producir un efecto tirón. Ese fue el caso de UPyD; pero ya se ha demostrado que, por lo menos en lo que hace a las elecciones en Catalunya, no ha llegado a nada. Bueno sí, al ridículo. Poco a poco irá perdiendo fuerza. No se puede vivir permanentemente del populismo y la demagogia. Eso tiene éxito en tiempos de grandes crisis. Pero, después, hay que aportar grandes soluciones y es ahí donde fallan estos “centristas” de forma estrepitosa.
Por otro lado, esos mismos profesionales de la política tienen una opinión muy alta de sí mismos. Creen que son imprescindibles y no tienen el más mínimo sentido de servicio a la sociedad. Sin embargo, a muchos de ellos, fuera de su ámbito más cercano, no les conoce casi nadie, o precisamente porque se les conoce, es por lo que están lejos de cualquier triunfo.
Podría parecer que defiendo a las grandes formaciones frente al pluralismo: nada más lejos de la verdad. Lo que pasa es precisamente lo contrario, la defensa del pluralismo es incompatible con la existencia del oportunismo, que es su mayor enemigo porque éste perjudica a quienes si trabajan en serio desde posiciones minoritarias.
Es posible que Mr. Cascos en Asturias tenga algún predicamento; ya lo veremos. Pero, fuera del Principado su capacidad de maniobra es escasa porque le va a ser muy difícil enfrentarse al aparato de su expartido. Y lo mismo vale para otros líderes y lideresas. Por eso prefieren hacer todo lo posible para hacerse con el poder en su formación a costa de lo que sea. Le pasó a Cascos, le pasó a Rosa Díez y le pasará a quien lo intente.
En todo caso, si esta decisión supone que, de alguna forma o durante algún tiempo, la derechona va a ser debilitada pues mejor, aunque preferiría que la Izquierda no tuviera que depender de estas cuestiones para convencer, seducir y gobernar. Así que lo dicho, bienvenido al centro Mr. Cascos.