sábado, octubre 16, 2010

SENZILLAMENT, COMPANYS

Ahir no tenia ganes ni ànim per escriure. No obstant això,  tenia un compromís amb mi, amb Catalunya i amb la Llibertat, un compromís amb nom propi: Lluís Companys.
 Des de fa molts anys he sentit una profunda admiració pel President Companys. He seguit la seva trajectòria humana i política i crec que sí, que efectivament com ell va dir en el moment del seu afusellament, era un home honrat.

L'assassinat de President Companys el 15 d'octubre de 1940 en el castell de Montjuïc va ser un acte de barbàrie que va pretendre, no només acabar amb la vida de qui havia ostentat el govern de la Generalitat durant la guerra provocada per franco i els seus sequaços , sinó que també va voler ser, i en certa mesura ho va aconseguir, una lliçó, un avís, una amenaça clara per als catalans que no acceptessin el règim colpista.

En Companys es materialitza la Catalunya progressista i reivindicativa que, sense renunciar a la seva identitat nacional, demostra que és possible, dins de determinat marc institucional de respecte i reconeixement, que és viable la col.laboració amb Espanya.

La millor demostració d'aquesta afirmació és que Companys va ser ministre de Marina d'un govern espanyol, presidit per Manuel Azaña, polític bastant jacobí que no tenia bona relació amb ell com ha deixat escrit en les seves memòries.

En fi, no vull avui allargar més. Només sumar-me modestament, però amb absoluta fermesa al record col.lectiu d'aquest home i al que suposa.

Avui, quan de nou el nacionalisme espanyol, aquest que sembla que no existeix, del qual ningú admet la seva existència, demostra la seva intolerància, seria bo recordar a Companys com una persona partidària de la convivència entre les diferents nacionalitats, que vulguin alguns o no, formen aquest estat.

Visca Catalunya.




Ayer no tenía ganas ni ánimo para escribir. Sin embargo tenía una compromiso conmigo, con Catalunya y con la Libertad, un compromiso con nombre propio: Lluis Companys.

Desde hace muchos años he sentido una profunda admiración por el President Companys. He seguido su trayectoria humana y política y creo que sí, que efectivamente como él dijo en el momento de su fusilamiento, era un hombre honrado. Ciertamente de poco le sirvió.

El asesinato de President Companys al alba del 15 de octubre de 1940 en el castillo de Montjuic es un acto que pretendió no sólo acabar con la vida de quien había ostentado el gobierno de la Generalitat durante la guerra provocada por franco y sus secuaces, sino que también quiso ser, y en cierta medida lo logró, una lección, un aviso, una amenaza clara para los catalanes que no aceptasen el régimen golpista.

En Companys se materializa la Catalunya progresista y reivindicativa que, sin renunciar a su identidad nacional, demuestra que es posible, dentro de determinado marco institucional de respeto y reconocimiento, que es posible la colaboración con España.

La mejor demostración de esta afirmación es que Companys fue ministro de Marina de un gobierno español, presidido por Manuel Azaña, político bastante jacobino que no tenía buena relación con él como ha dejado escrito en sus memorias.

En fin, no quiero hoy alargarme más. Sólo sumarme modestamente, pero con absoluta firmeza al recuerdo colectivo de este hombre y a lo que supone.

Hoy, cuando de nuevo el nacionalismo español, ese que se parece que no existe, del que nadie admite su existencia, demuestra su intolerancia, sería bueno recordar a Companys como una persona partidaria de la convivencia entre las distintas nacionalidades, que quieran algunos o no, forman este estado.




miércoles, octubre 13, 2010

UNA LEY TRAMPOSA

Me hago eco de una iniciativa que pretende cambiar una situaucón de absoluta injusticia que afecta a muchos electores, y no sólo de IU, por lo que creo que no se puede decir que es sectaria. La democracia para serlo tiene que empezar por reconocer que cada persona es igual ante la Ley, y la electoral no puede ser un excepción. Cada voto debe tener la misma representación.


Señorías:
Me dirijo a ustedes con el fin de hacerles patente mi preocupación por algo que por enésima vez, han rechazado en el Congreso. Al parecer, esta semana van a aprobar cambios sobre la LOREG (Ley Orgánica del Régimen Electoral General de 1985), modificaciones a las que no niego su importancia, pero que, sin embargo, olvidan lo que debería acercarnos a un principio democrático por excelencia, el de: “una persona, un voto”. Aproximarse a ese principio debería ser para ustedes –representantes del pueblo— una obligación ética, si es que, como supongo, creen ustedes en la democracia.[Image]

El hecho de que quieran mantener la falta de proporcionalidad y las disfunciones en la asignación de escaños a los distintos grupos políticos que se presentan a las elecciones, no dice mucho en su favor y sí de sus propios intereses partidistas, creando desconfianza en la opinión pública que, como ustedes saben, no tienen a la clase política, precisamente, muy bien valorada. ¿Cómo se puede entender que se mantenga esa falsa proporcionalidad que hace que algunos partidos políticos necesiten unos 66.000 votos para obtener un diputado y otro (el caso extremo de IU/ICV) necesite casi 500.000?

¿Acaso les parece democrática una ley que hace que un voto de unos partidos valga siete veces más de lo que vale el voto de otro? Como ustedes bien saben, lo ideal para corregir este defecto sería cambiar la circunscripción electoral, pero ésta está recogida en la Constitución y no parece que ustedes estén dispuestos a cambiarla. Sin embargo, hay otras fórmulas que permiten, si no una proporcionalidad total, que haya una aproximación mucho mayor sin modificar la Constitución. De hecho una de las fórmulas sería la que, a petición del gobierno, ha sugerido el Consejo de Estado. [Image]

Recomendación que ustedes han rechazado. No es lícito que quien tiene el derecho de defender los principios democráticos elementales se opongan a que la proporcionalidad de “una persona, un voto” se pueda conseguir. No hay ninguna razón, salvo la de sus intereses partidistas para que no se acepte la reforma que ha aconsejado el Consejo de Estado. Así es que todavía están a tiempo, Basta que se pongan de acuerdo y sean capaces de anteponer una representación justa a sus propios intereses. Si lo hacen, como ciudadanía nos daremos cuenta de que cumplen con su obligación. Porque, señorías, para que sean democráticos los acuerdos que ustedes toman, lo primero que debería ocurrir, es que la representación de la voluntad popular fuera lo más fiel posible a los votos que emite. Hoy no es así. En sus manos queda rectificar algo que parece tan obvio.

Salud y República

P.D. Si algún bloguero publica esta carta, le ruego me lo comente y le añadiré a los que ya se han adherido. Envía, si lo deseas, un email a los miembros de la Subcomisión de la Reforma Electoral, estos son sus componentes: alfonso.guerra@diputado.congreso.es elviro.aranda@diputado.congreso.es, jose.benegas@diputado.congreso.es josemariabenegas@hotmail.com, jabermudez@diputado.congreso.es gaspar.llamazares@diputado.congreso.es jesus.quijano@diputado.congreso.es juan.vera@diputado.congreso.es, jordi.xucla@diputado.congreso.es

lunes, octubre 11, 2010

Y AHORA EN VIENA

Son muchos los que antes, y también ahora, me acusaban de alarmista cuando advertía de que frente a nuestras mismas narices se estaba produciendo un serio ascenso del fascismo sin que se hiciera nada por impedirlo. Pues bien, ayer en las elecciones municipal y estatal de Viena, el FPÖ (Partido Liberal Austriaco) ha logrado el 27 por ciento de los votos y se sitúa como la !segunda¡ fuerza después de la socialdemocracia. Y no será el último caso.

El FPÖ ya formó gobierno en Austria, país que recibió sanciones (que se pasó por el forro) gracias a su discurso racista, nacionalista a ultranza y claramente pro nazi. Y Austria no es uno de esos países que han sufrido las terribles garras del comunismo y puede tener un sarampión-reacción. Más bien al contrario, los austriacos, padecieron en primera persona y mucho antes que otros, la dictadura nazi.

Tampoco es un país con un escaso nivel cultural, ni dominado por la pobreza, ni políticamente atrasado. No, se trata de una nación bastante culta, con un buen nivel de vida y con un estado federal consolidado sin tensiones nacionales internas. Un país en muchos aspectos ejemplar.

¿Qué pasa entonces para que este fenómeno se extienda como una mancha de aceite por toda Europa? ¿Es que nos hemos vuelto todos unos fascistas de la noche a la mañana? Sinceramente me parece bastante improbable.

En mi opinión, y sé que me expongo a duras críticas, una buena parte de responsabilidad de este ascenso de la extrema derecha corresponde a los partidos de izquierda. Y, por supuesto, no sólo en el caso austriaco, sino en todos los estados donde este fenómeno se registra con mayor o menor énfasis. Evidentemente España no va a ser la excepción y dentro de muy poco vamos a tener ocasión de comprobarlo.

Por qué afirmo semejante cosa: porque la izquierda aferrada a sus ideas ha sido incapaz de entender que para muchos ciudadanos, alejados por completo del fascismo y del racismo, la inmigración si supone un serio problema, atizado convenientemente por el miedo.

Y, en vez de encauzar esa preocupación, de intentar con argumentos demostrar lo equivocada que es esa acritud, lo incierta y peligrosa que es la idea de que el inmigrante es el responsable máximo de todos los males de un país, se ha limitado, salvo escasas voces, a descalificar sin más como xenófobo y racista, cualesquier intento, por muy bien intencionado y tímido que fuera, de abordar con un poco de sensatez este problema no para sumarse al discurso discriminador sino para evitar que acabe arrasando todo.

Tal estrechez de miras, que algunos llaman el buenismo de la izquierda, y yo prefiero denominar como la insensatez, va a causar que los partidos verdaderamente racistas tengan cada vez más audiencia y votos y al amparo de la democracia acaben por destruirla, al menos en parte.

¿Y qué pasará el día que esos partidos si tengan la capacidad suficiente para imponer por vía parlamentaria leyes discriminadoras? Entonces nos llevaremos las manos a la cabeza y nos preguntaremos qué como es posible tal estado de cosas. Y evidentemente la responsabilidad será de los electores. Pues no señores, no es así. La izquierda tiene la obligación ética y política de entender que esa percepción negativa existe, incluso entre muchos de sus simpatizantes.

Ya hemos tenido un primer ejemplo en Francia, donde no ha ocurrido absolutamente nada con la expulsión de gitanos. Nada de nada. O sea, que las primeras víctimas del “buenismo” serán precisamente aquellos a los que hay que defender.

Ya sé, lo reitero, que esta opinión no es compartida por casi nadie. La verdad es que a estas alturas me importa muy poco porque prefiero seguir alertando contra ese peligro, ahora que aún estamos a tiempo, que permanecer en silencio.

Esconder la cabeza debajo del ala ante un problema no suele ser una buena táctica. La izquierda debe cargarse de razones, de argumentos, de datos, de discursos y no recurrir a la descalificación como única solución a un problema cada día más grave como es la impunidad con la que resurgen estos movimientos.