viernes, mayo 13, 2011

EL ROSTRO MÁS OSCURO DE EUROPA

La extrema derecha europea hace tiempo que se ha dado cuenta de que es mejor abandonar las parafernalia de los desfiles con antorchas, las camisas negras o pardas, las banderas y, en definitiva, toda esa escenificación delirante que tanto gustó en otros tiempos. Ahora, participa en las elecciones, entra en las instituciones e, incluso, en los gobiernos y así, desde dentro, dinamita la convivencia y el progreso allí donde puede que, cada vez, es en más sitios.



El último ejemplo de esto que afirmo es el caso de Dinamarca, país que había sido hasta ahora, junto con Suecia, uno de los considerados bastiones de la acogida de personas y de respeto a la libertad. Pues bien, parece que eso toca a su fin.

La extrema derecha danesa ha logrado que su país, aunque lo niegue formalmente, restablezca los controles fronterizos lo que impedirá la libre circulación de personas según establece el tratado de Schengen.

Si fuera el caso danés el único, aunque penoso, no tendría más importancia, pero, por desgracia el ejemplo ha cundido y está claro que la UE va a revisar el famoso tratado con el acuerdo de TODOS los integrantes.

No me sorprende. Jamás he creído en la llamada Unión Europea, por la sencilla razón de que no responde a un deseo de los ciudadanos, que posiblemente hace años hubiéramos construido otro modelo muy diferente sin duda alguna; mucho más social, mucho más cercano y humano. Hoy esto ya no es factible.

La UE es sólo un conglomerado de intereses monetarios en el que lo más significativo es que la mayor parte de los países, en mayor o menor medida, se ven abocados a seguir la estela que marcan los fuertes y, sobre todo, la locomotora Merkel.

Las consecuencias son que al más mínimo embate, al no haber una verdadera conciencia social, los ciudadanos se echan directamente en manos de los más extremistas en temas como la presencia de extranjeros, la inmigración, bajo el pretexto de la seguridad, y llevan a los parlamentos a personas indignas.

La extrema derecha ha entendido perfectamente todo esto y, sin necesidad de grandes agitaciones, va conquistando la cima peldaño a peldaño. Ha entendido que sin vociferar es más aceptable, aunque algunos con la boca pequeña digan lo contrario y luego acaben por pactar con ellos.

La considerada (por si misma) izquierda que, lamentablemente, no ha entendido nada de nada, o sigue aferrada a viejos mensajes que está claro cada vez tienen menos predicamento o, lo que es aún mucho peor, mira para otro lado y deja hacer. Lamentable.