En mayo
se celebrarán elecciones al Parlamento Europeo. Un hecho que, visto lo visto,
no pasa de ser una especie de brindis al sol, de comedia bufa, porque dicho Parlamento no tiene el más mínimo
poder y, por lo tanto, esa “fiesta de la democracia” se convierte en
una burla cruel para una Europa asolada por el capitalismo salvaje (no hay
otro).
Por
tanto, en estas circunstancias, es
lícito plantearse si es conveniente participar en esa ceremonia absurda y
legitimar, de alguna forma se hace así, todo ese tinglado inútil que, además,
reproduce casi de forma calcada el bipartidismo entre la derechona popular y la
socialdemocracia entreguista que hay en la mayor parte de los países. Las dos
muletas que sostienen la bufonada (tomo la idea de las muletas de Felipe
Alcaraz).
Sería
esta, en mi opinión, una reflexión necesaria. El boicot a ese parlamento, en
tanto en cuanto, siga sin representar verdaderamente a los ciudadanos.
No
parece, sin embargo, que exista mucho interés por abrir esa reflexión y, desde
ahora mismo, incluso los partidos de la denominada izquierda consecuente ya van
perfilando estrategias, posibles alianzas y, en definitiva, candidaturas para esa institución estéril y,
encima, muy costosa para los europeos.
Habría
que dejar claro, desde esa izquierda, que la asistencia a Estrasburgo, una de
las sedes del Parlamento, se hace solo para que su voz sea escuchada y que se
utilice el altavoz, a veces menguado, que supone esa tribuna para denunciar sin
cesar todo el artificio y la hipocresía que supone esa institución.
Habría
que señalar que, en tanto en cuanto sean poderes alejados de los ciudadanos
como la troika, que han barrido la
democracia y los derechos civiles y sociales de la ciudadanía, esas elecciones
son una farsa. Que ese parlamento se ve superado por los poderes fácticos
encarnados por quienes deciden en realidad: el capitalismo financiero mundial,
llamados también mercados, que imponen
leyes y cambian gobiernos.
No
sirve de nada elegir representantes, y esto vale igualmente para las
convocatorias nacionales, si después cualquier gobierno salido de las urnas
puede ser derribado por unos tecnócratas so pretexto de una crisis que ellos
mismos, los mercados, han provocado. Eso,
por usar una frase muy conocida, es como poner a la zorra el gallinero.
Mientras
ese parlamento esté dominado por los representes de los partidos que apoyan
este sistema capitalista, y ahora vemos que el SPD se ha unido a la Merkel para
gobernar en Alemania, no habrá nada que hacer. Y, sinceramente, no creo que el
panorama invite al optimismo sobre un vuelco electoral.
Por lo
tanto, hay que decir a los electores que
no se hagan la más mínima ilusión porque el poder no reside en esa institución
por ellos elegida, como debería ser, sino en grupos que, elegidos por nadie, se
imponen a parlamentos, a gobiernos y arruinan a pueblos enteros.
Ahora,
en vísperas electorales, el Parlamento Europeo parece que se entera de las
consecuencias que han tenido las medidas de austeridad germánicas ¡Ahora, tras
seis años sin hacer la más mínima objeción!
Casualmente
en este momento en el que empezarán las campañas electorales se reacciona con
informes., ¡A buenas horas! Cuando la desigualdad alcanza un nivel inadmisible,
con una cifra insoportable de desempleados, con los jóvenes absolutamente desanimados,
con leyes restrictivas del derecho a la protesta. ¡Ahora se enteran de todo
esto!
En mi
opinión la verdadera obligación de la Izquierda consecuente es denunciar a ese
Parlamento y ponerlo en evidencia ante la ciudanía sin la más mínima concesión
y, evidentemente, tratar de persuadir a cuantos más mejor de la necesidad de
cambiar la correlación de fuerzas en esa institución caduca.