sábado, julio 31, 2010

CATILINA EN LA MONCLOA





Un conspirador ocupa desde hace tiempo la presidencia del gobierno, un sujeto innoble que, apoyándose en el voto de los ciudadanos que esperaban un gobierno de orientación socialista, se encuentran con uno que obedece servil a los mercados y, cínicamente, asegura que es en beneficio de la Nación.






Me pregunto entonces ante esta situación, ¿hasta cuándo vas a abusar de nuestra paciencia ZP? ¿Por cuánto tiempo aún esta locura tuya va a seguir burlándose de nosotros? ¿No ves que tus planes están al descubierto?

Estas preguntas, dirigidas hace más de 2000 años al siniestro Catilina, sería perfectamente pertinente realizarlas hoy en cualquier foro al presidente del Gobierno español, quien en patente conspiración con los mercados, poco a poco va aniquilando los derechos de los ciudadanos en general y los de los trabajadores en particular.

Se trata, sin duda, de una verdadera conjuración que usa una crisis económica, que esas mismas fuerzas han desatado, para socavar del modo más infame derechos que parecían consolidados después de muchos años de esfuerzo, de lucha, incluso de sangre.

No le tiembla, como tampoco a otro insigne traidor, el pulso a la hora de los recortes de todo tipo, sabiendo que serán víctimas de ellos, precisamente quienes deberían ser los más protegidos. Deja a la intemperie de los mercados a los más vulnerables y protege a los grandes.

Y, en connivencia con las fuerzas de la derecha, que le apoyan con sus abstenciones calculadas, ha logrado el conspirador sacar adelante la mal llamada reforma laboral, calificada por los sindicatos como la ley laboral más regresiva de las últimas décadas. Y, aún, tenemos que soportar que el nuevo Catilina nos diga que es una ley que busca crear empleo. ¿No es esto un abuso de nuestra paciencia? ¿No es un insulto a nuestra inteligencia?

Tal vez sea esta ley la que más desenmascara al conspirador porque, desde ahora, desaparecen en la práctica todos los impedimentos, que ya eran pocos, para despedir a cualquier trabajador sobre la base de esas llamadas causas objetivas.

Es decir, que lo que ha hecho el Catilina de la Moncloa es facilitar el despido de trabajadores por cualquier motivo que pueda ser considerado causa objetiva, tales cómo son la previsión de pérdidas o la disminución de ingresos.

Claro que, como contrapartida, ofrece la posibilidad aceptar un recorte de salarios para evitar los despidos. Manos libres al empresario y chantaje a los trabajadores en nombre de la solidaridad, y del neopatriotismo socialista.

Aplauden los mercados la valentía de las medidas pero exigen más. Y el conspirador responde que tomará todas aquellas que sean necesarias, le cueste lo que le cueste. Curiosa forma de decir que van a caer sobre las espaldas de los ciudadanos toda clase de calamidades. ¿No es esto una burla?

Pero, ¿qué decir de sus necesarios secuaces en esta conspiración? No sólo los taimados voceros del capitalismo, sino los diputados del Psoe quienes no tienen el más mínimo pudor en apoyar, sin rechistar, sin sublevarse, unas medidas que los representantes de los trabajadores han calificado ya de agresión inadmisible. Ni una sola voz en esa organización se levanta para decir ¡basta!

Blanco, Salgado, Corbacho, Leire,  Alonso, Solbes,  Sebastián, Cháves, Guerra, entre otros muchos, sabed que vuestros nombres  están vinculados para siempre a una de las etapas más deplorables de la historia reciente de este país. Junto con los testaferros los mercados, Díaz Ferrán y Mafo,  habeís conspirado contra los ciudadanos.

No sé que le deparará al Catilina el futuro en la política aunque mi deseo es que jamas vuelva a ser presidente del gobierno, ni a participar en ella. Espero, eso sí, que la huelga del próximo 29 de septiembre sea un éxito rotundo, un rechazo absoluto, no ya sólo a una serie de medidas, contra las que posiblemente sea difícil luchar, sino una demostración unánime de que los conspiradores antes o después tienen el final que merecen.

Hay que decir no con claridad a los traidores y a la conspiración capitalista.

lunes, julio 26, 2010

UNA ONG LLAMADA OTAN

Posiblemente, de entre las organizaciones supranacionales occidentales, será la OTAN la más repugnante de todas. Tiene a lo largo de su historia acumulados miles de crímenes, a cual de ellos más abominable. El último es el bombardeo con misiles de un poblado en Afganistán con el resultado de 52 civiles muertos.


La semana pasada esta organización “humanitaria” que, evidentemente, está en Afganistán en una misión de paz para llevar a ese pueblo la democracia y la libertad de la que no han gozado jamás, entabló una batalla contra los denominados “insurgentes” y, supongo que por error, masacraron a 52 personas desarmadas entre las que se contaban bastantes mujeres y niños.


Para esta ONG, especializada en imponer democracias a sangre y fuego, se trata de un daño colateral que va a tener su correspondiente investigación, ¡faltaría más!, de la que, previsiblemente, no saldrá nada verdaderamente relevante, más allá de una disculpa por tan trágico error y la promesa de poner los medios para evitarlo en próximas ocasiones.


La OTAN, esa organización que bombardeó Belgrado siendo su secretario general el socialista Javier Solana, es autora de crímenes de guerra y los gobiernos de los estados que participan en esas acciones agresivas son coautores necesarios de esos crímenes. Por supuesto el gobiernillo de ZP está entre los máximos responsables, dada la cantidad de tropas presentes allí.


Ya es hora de que este asunto empiece también a copar las portadas de los diarios y se ponga de relieve la complicidad del gobierno de España en todo este asunto. Ya es hora de que la ciudadanía sepa, aunque sea por mero egoísmo, que cuanto más tiempo dure la presencia de tropas españolas en ese país, mayor es el riesgo de sufrir un atentado por parte del fundamentalismo islámico.


Evidentemente,  para cualquier persona medianamente civilizada, lo prioritario es acabar con la ocupación sangrienta de ese país y dejar de apoyar a un corrupto como Karzai, simple títere de occidente. Pero,  por mi parte,  perdida toda esperanza de que la mayoría asimile esta cuestión como algo propio,  quiero hacer un llamamiento para que finalice esa barbarie, aunque sólo sea por motivos de estricta seguridad nacional.  Con ello algo también ganarán los afganos.


No existe una misión humanitaria en Afganistán, no hay una labor humanitaria, no hay una colaboración con las fuerzas locales que vaya a desembocar en la liberación de los afganos. Hay una ocupación militar, un estado de guerra y miles de víctimas inocentes. Y España es cómplice.