sábado, junio 02, 2012

VIDAS PARALELAS: LA TRIPLE M


Ayer por la noche  la 2  de TVE emitió un interesante documental sobre la mafia de Nueva York;  su forma de actuar,  sus métodos expeditivos y sobre quienes eran sus máximos capos.  Pese a que trataba de una situación de hace  más de medio siglo,  no puede evitar una comparación con nuestro tiempo.

Instintivamente me acordé de los mercados,   esa mafia financiera que actúa exactamente igual que las familias sicilianas que paulatinamente se apoderaron de Nueva York hacia los años cincuenta y desde donde controlaron todo el país en todo tipo de negocios infames.
Esos mafiosos de los “bajos fondos”,  los Genovese  Lucciano,  Costello y otros, llegaron a tener en su nómina a  jueces,  policías,  fiscales,    periodistas y ¡como no! a muchos políticos.  Gracias a su inestimable ayuda consiguieron una total impunidad durante años y años y los gobiernos eran (son)  incapaces de frenar su actividad.

La extorsión,  el chantaje,  el soborno y también el asesinato,  en definitiva el miedo,  eran los métodos gracias a los cuales estas “familias” consiguieron alcanzar el verdadero poder, o sea el que realmente tiene capacidad de tomar las decisiones, no el que se debería ejercer por el mandato ciudadano.
Claro es que los tiempos cambian,  y ahora se ha sustituido la pistola y la violencia de tugurio por la prima de riesgo.   Sencillamente se cierra  el grifo de la financiación,  se ahoga a un país,  se hace caer a un gobierno y se coloca a una serie de personas dóciles a sus dictados. Una especie de “protección” como la que ofrecía la mafia a cambio de no destrozarte el negocio.

El paralelismo mafioso con la actividad de los llamados mercados es evidente:   al igual que los capos de Nueva York,  aquí también hay familias,  que ahora se llaman fondos de inversión,  dirigidos desde un despacho  por un grupo de personas  en absoluto anónimas,  como se nos pretende hacer ver,   y que manejan miles de millones de euros o de dólares con los que logran enormes beneficios con inversiones que teóricamente sirven para financiar las economía de los países.
En realidad,  lo que se pretende es que unos pocos sean cada vez más poderosos,  sin correr el más mínimo riesgo,  protegidos por sus cómplices de hoy y escudándose en algo tan extraño como la rentabilidad del bono,  o la deuda soberana.

Pero, como los viejos capos, necesitan cómplices y hay quienes están dispuestos a serlo;  evidentemente si no fuera por personajes tan despreciables como la merkel,  la antigua y entusiasta comunista de la RDA,  esos mercados no podrían actuar con tanta facilidad,  con absoluta impunidad. Incluso entre las familias mafiosas hay clases: unos mandan y otros obedecen.
Porque,  también evidentemente,   para esa autoritaria y repugnante teutona,  es mucho más ventajoso financiarse gratis,  aunque sea a costa del sufrimiento de millones de personas y en estrecha alianza con los nuevos mafiosos,  que no cuestionan su inmensa deuda soberana,  que hacer el más pequeño esfuerzo de solidaridad.

“Hay que devolver la confianza a los mercados”,  repiten neciamente los políticos encabezados por la merkel y con Rajoy de perrillo faldero,  cuando lo ético sería decir con claridad que hay que devolver la esperanza a los ciudadanos incluso a costa de los mercados, o mejor todavía, necesariamente a costa del terrorismo de la triple M: Mercado Merkel Mafia.