martes, agosto 03, 2010

VACACIONES EN EL MAR

El 50 por ciento de los trabajadores españoles no tiene paga extraordinaria en verano. O, al menos, eso se dice, en un informe que circula por algunos medios de comunicación. Otro porcentaje muy elevado ha tenido que renunciar a las vacaciones y otros, sin llegar a tanto, tenemos que ajustarnos un poco y procurar no gastar más de lo necesario.

Sin embargo, hay por esos pagos baleares, una familia que vive a cuerpo de rey,  hace ostentación de sus largas vacaciones y se pasa el día de regata en regata con el dinero que, entre todos, les pagamos cada año y sobre el que no tenemos el más mínimo control.

No hace falta que diga que familia es porque es de sobra conocida.

Resulta sonrojante que, mientras una buena parte de nuestros conciudadanos están viviendo unos tiempos llenos de dificultades, esa familia no tenga el decoro de reducir al mínimo imprescindible sus exhibiciones festivas y procurar pasar lo más desapercibida posible. No hace falta que se escondan, ni que eviten ser vistos alguna vez, sino, sencillamente, que procuren no ofendernos con su despilfarro que pagamos los demás.

Tampoco se trata de que no tengan unas merecidas vacaciones, en justa recompensa a los muchos desvelos que tienen, como todo el mundo sabe, sino de que las ajusten lo más posible al común de los mortales.

En un país en el que los recortes sociales afloran como setas, en el que hay casi cuatro millones de desempleados y donde más de un millón de familias tienen a todos sus componentes en paro, resulta sangrante que esa familia nos pase por las narices sus muchas habilidades con los veleros.

Tampoco se trata de que viva en la miseria,  aunque ciertamente ya se encargan ellos de procurar que eso no sea así, sino sencillamente de que den ejemplo verdadero, y no de boquilla, de solidaridad con el pueblo al que tanto dicen estimar. Por aquello de que obras son amores y no buenas razones.

Y por si todo ello fuera poco, cierto periódico les incita que vayan a todas las plazas de toros posibles para apoyar a la mal llamada fiesta nacional con su presencia y, así, ayuden a logar esa estupidez de que las corridas de toros sean considerados una especie de bien cultural. Ya es lo que nos faltaba.

En fin , un año más demuestran su total falta de respeto a la ciudadanía, hacen lo que les sale de las reales narices y se comportan como si España fuera su cortijo, ellos los capataces y nosotros sus empleados, cuando, debería ser todo lo contrario, aunque parece que a estos empleados no hay forma de despedirlos.