jueves, junio 24, 2010

TRAGEDIA EN CASTELLDEFELS



Hoy, día festivo en muchas poblaciones españolas , la tragedia ha aparecido en su forma más terrible y ha segado la vida de una docena de personas, dejando mal heridas a otras muchas y, en todo caso, ha llevado la desolación a muchas más.

Desde este blog quiero manifestar mi más sentida condolencia y solidaridad con todos aquellos que se han visto afectados por el terrible accidente ocurrido en la noche de ayer en la estación de Platja de Castelldefels. Aunque en realidad concernidos y afectados debemos estar todos.

Es muy posible que el atropello se haya producido como consecuencia de la temeridad de quienes la han pagado con lo más preciado que hasta ese momento tenían: su vida. Pero, reconocer esto,  no nos va a servir de consuelo ni a nosotros, ni a ellos, ni a los muchos testigos de ese accidente.

Quiero también hacer especial mención del maquinista del tren que atropelló a quienes cruzaban las vías. No tiene que ser nada fácil para él afrontar que lo que ha causado, con seguridad, sin culpa alguna. Es muy posible que durante mucho tiempo lleve consigo esa terrible responsabilidad. También mi solidaridad con él.

Y, evidentemente, hay que abrir una investigación que determine qué fue lo que sucedió exactamente en la estación. Hay que dejar claro si todo funcionó correctamente o si hubo algún tipo de negligencia que, de no darse,  habría evitado este desastre.

Desde luego,  no se trata de, a priori,  culpar a nadie en absoluto. Todo apunta a que la impaciencia por llegar a la playa donde se encenderían minutos más tarde las fogatas de la noche de Sant Joan,  propició que unas treinta personas, no cumplieran las normas de seguridad que establecen que en caso alguno se debe cruzar a través de las vías.

Pero también es verdad, y eso lo sabemos todos, que en muchas ocasiones los pasos peatonales para llegar de un anden a otro, están mal situados y las prisas por no perder un tren, pueden llevarnos a cometer una imprudencia grave. La mayor parte de las veces no pasa nada, o es, en el peor de los casos,  una sola la víctima. Desgraciadamente ayer fue una masacre.

En este caso, y precisamente por la magnitud de la tragedia y porque se sabía, y de hecho se habían preparado medidas, que la estación de Platja de Castelldefels iba a sufrir una avalancha de personas durante la noche quizá se deberían haber extremado las medidas previstas. Pero esto es sólo una de las hipótesis posibles.

Esperemos con sosiego, sin adelantar juicios y sin aventurar responsabilidades, que la investigación siga su curso de la forma más rápida posible a fin de determinar cuanto antes que sucedió.

Entre tanto, manifestemos con respeto nuestro apoyo a los afectados de la forma que mejor podamos,  y que tiene que estar necesariamente alejada por completo del enfrentamiento partidario y de la tentación electoralista.

domingo, junio 20, 2010

EL TEMOR DE LOS ESTÚPIDOS

Una de las consecuencias más letales de la estupidez es el temor injustificado. Se teme y se desconfía de casi todo por pura ignorancia. A los estultos, cualquier acontecimiento que esté fuera de los que ellos consideran normal les parece que puede provocar una verdadero desastre, y actúan en consecuencia, es decir, en concordancia con su simpleza.



Viene esto a cuento de que acabo de leer en el blog de nuestro amigo Rafael García Almazán, dueño y señor de Kabila y republicano de pro, que se ha confirmado el rumor, que ya antes había oído, del pucherazo del Instituto Cervantes que dirige Carmen Cafarell, y que va a impedir que la palabra república, sea reconocida como la vencedora de una especie de concurso sobre el vocablo más apreciado del castellano según los ciudadanos.


Parece que a algún o algunos estúpidos o estúpidas, se les han abierto las carnes ante la posibilidad de que la palabra república tuviera que ser anunciada como la preferida. En su ignorancia manifiesta habrán pensado, incapaces de la más mínima reflexión, que ese reconocimiento pondría en peligro la institución monárquica que padecemos en este país por orden directa de franco.


No, necios, no será esta palabra la que derribe algún día la monarquía impuesta por el crimen del 18 de julio. Serán los propios errores y estupideces de ésta, la que acaben de convencer a la mayoría de que lo mejor es prescindir de una institución que es anacrónica y que se sustenta, además de en un golpe de estado y en una guerra fratricida, en la desigualdad entre las personas, ya que, nos hace a la mayoría súbditos y a unos pocos privilegiados intocables.


Sólo los muy idiotas pueden creer que unos 8.000 votos van a derribar, por mucho que lo crean los temerosos, todo el andamiaje edificado por los herederos del franquismo. No, desgraciadamente no será a través del Instituto Cervantes y del idioma como se acabará con la monarquía.


Lo que han querido, estos serviles y aduladores, es evitarle a algún integrante de la familia elevada al trono por franco, el mal trago de tener que reconocer que república es una palabra que aún se conserva en el idioma castellano y ¡oh casualidad! en el catalán, en el gallego y en el euskara. En esos idiomas también se dice república.


Quédese pues el Instituto tranquilo, al tiempo que ridículo e indigno. Quédense los aduladores tranquilos y permanezcan los simples en sus poltronas que no se va a producir una revolución idiomática que acabe con la ignominia del pucherazo.


Tomamos, entonces, nota de lo sucedido y volvemos a contemplar que la democracia española es de tan bajo nivel que tiene pavor, temor y pánico a una sola palabra, que no es precisamente república, sino libertad.


Y es que libertad e ignorancia, o sea monarquía, son incompatibles. Pero de nada servirá la conjura de los necios.