Una de las consecuencias más letales de la estupidez es el temor injustificado. Se teme y se desconfía de casi todo por pura ignorancia. A los estultos, cualquier acontecimiento que esté fuera de los que ellos consideran normal les parece que puede provocar una verdadero desastre, y actúan en consecuencia, es decir, en concordancia con su simpleza.
Viene esto a cuento de que acabo de leer en el blog de nuestro amigo Rafael García Almazán, dueño y señor de Kabila y republicano de pro, que se ha confirmado el rumor, que ya antes había oído, del pucherazo del Instituto Cervantes que dirige Carmen Cafarell, y que va a impedir que la palabra república, sea reconocida como la vencedora de una especie de concurso sobre el vocablo más apreciado del castellano según los ciudadanos.
Parece que a algún o algunos estúpidos o estúpidas, se les han abierto las carnes ante la posibilidad de que la palabra república tuviera que ser anunciada como la preferida. En su ignorancia manifiesta habrán pensado, incapaces de la más mínima reflexión, que ese reconocimiento pondría en peligro la institución monárquica que padecemos en este país por orden directa de franco.
No, necios, no será esta palabra la que derribe algún día la monarquía impuesta por el crimen del 18 de julio. Serán los propios errores y estupideces de ésta, la que acaben de convencer a la mayoría de que lo mejor es prescindir de una institución que es anacrónica y que se sustenta, además de en un golpe de estado y en una guerra fratricida, en la desigualdad entre las personas, ya que, nos hace a la mayoría súbditos y a unos pocos privilegiados intocables.
Sólo los muy idiotas pueden creer que unos 8.000 votos van a derribar, por mucho que lo crean los temerosos, todo el andamiaje edificado por los herederos del franquismo. No, desgraciadamente no será a través del Instituto Cervantes y del idioma como se acabará con la monarquía.
Lo que han querido, estos serviles y aduladores, es evitarle a algún integrante de la familia elevada al trono por franco, el mal trago de tener que reconocer que república es una palabra que aún se conserva en el idioma castellano y ¡oh casualidad! en el catalán, en el gallego y en el euskara. En esos idiomas también se dice república.
Quédese pues el Instituto tranquilo, al tiempo que ridículo e indigno. Quédense los aduladores tranquilos y permanezcan los simples en sus poltronas que no se va a producir una revolución idiomática que acabe con la ignominia del pucherazo.
Tomamos, entonces, nota de lo sucedido y volvemos a contemplar que la democracia española es de tan bajo nivel que tiene pavor, temor y pánico a una sola palabra, que no es precisamente república, sino libertad.
Y es que libertad e ignorancia, o sea monarquía, son incompatibles. Pero de nada servirá la conjura de los necios.
Este es un blog abierto a todo tipo de opiniones. Sólo se eliminarán las que no sean respetuosas con los derechos fundamentales de las personas, falten el respeto a otros intervinientes o contengan comentarios racistas, xenófobos, vioentos o cualquier otro que atente contra la dignidad humana.
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domingo, junio 20, 2010
miércoles, abril 14, 2010
¡VIVA LA REPÚBLICA!
Los españoles no alcanzaremos nuestra plenitud como ciudadanos libres, en el sentido total del concepto político de la palabra, hasta que nos desembaracemos definitivamente del vestigio más ominoso y visible de la dictadura franquista: la monarquía.
Esta realidad, por mucho que algunos intenten disimularla, hace que la fecha de hoy, 79 aniversario de la proclamación de la II República española, tenga un significado especial para muchos de nosotros.
Tal vez, por primera vez en muchos años, se empieza a detectar que la monarquía franquista está en declive; que cada día tiene menos adeptos y que los que se convirtieron en furibundos juan carlistas se baten en franca retirada ante la imposibilidad de defender ni a la persona, ni a la institución.
Pero, pese a ser todo esto verdad, no deberíamos caer en el error de convertir el 14 de abril en una festividad sólo rememorativa y de recuerdo, con cierto aire nostálgico.
No, el 14 de abril debe, ante y sobre todo, ser una fiesta de reivindicación que tiene que extenderse al 15, al 16 y así hasta cada uno de los días de cada semana, cada mes y de cada año hasta que se logre el objetivo, que no es otro que la proclamación de la Tercera y, con ese acto político, enterrar definitivamente el franquismo.
Debemos conjurarnos para que cada día que pase logremos atraer al máximo de personas posible a nuestra cusa cívica, liberadora, laica, integradora pero, al mismo tiempo, respetuosa con la historia de los pueblos de España.
Como ya dije en cierta ocasión en caso alguno debemos patrimonializar el concepto republicano. Pertenece a todos los que creemos en la libertad de la ciudadanía, frente a la docilidad de los súbditos.
Sea pues este 14 de abril, mucho más que una celebración, un punto de partida, la señal para la recuperación definitiva de nuestra dignidad que fue secuestrada por las fuerzas del mal; esas que, aún hoy, pretenden desde los cuatro puntos cardinales de la política doblegar nuestros espíritus y torcer nuestras voluntades.
Amigos y amigas ¡Viva la República!
Esta realidad, por mucho que algunos intenten disimularla, hace que la fecha de hoy, 79 aniversario de la proclamación de la II República española, tenga un significado especial para muchos de nosotros.
Tal vez, por primera vez en muchos años, se empieza a detectar que la monarquía franquista está en declive; que cada día tiene menos adeptos y que los que se convirtieron en furibundos juan carlistas se baten en franca retirada ante la imposibilidad de defender ni a la persona, ni a la institución.
Pero, pese a ser todo esto verdad, no deberíamos caer en el error de convertir el 14 de abril en una festividad sólo rememorativa y de recuerdo, con cierto aire nostálgico.
No, el 14 de abril debe, ante y sobre todo, ser una fiesta de reivindicación que tiene que extenderse al 15, al 16 y así hasta cada uno de los días de cada semana, cada mes y de cada año hasta que se logre el objetivo, que no es otro que la proclamación de la Tercera y, con ese acto político, enterrar definitivamente el franquismo.
Debemos conjurarnos para que cada día que pase logremos atraer al máximo de personas posible a nuestra cusa cívica, liberadora, laica, integradora pero, al mismo tiempo, respetuosa con la historia de los pueblos de España.
Como ya dije en cierta ocasión en caso alguno debemos patrimonializar el concepto republicano. Pertenece a todos los que creemos en la libertad de la ciudadanía, frente a la docilidad de los súbditos.
Sea pues este 14 de abril, mucho más que una celebración, un punto de partida, la señal para la recuperación definitiva de nuestra dignidad que fue secuestrada por las fuerzas del mal; esas que, aún hoy, pretenden desde los cuatro puntos cardinales de la política doblegar nuestros espíritus y torcer nuestras voluntades.
Amigos y amigas ¡Viva la República!
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