viernes, noviembre 27, 2009

PROSTITUCIÓN: UN DEBATE ETERNO

Si a cualquiera de nosotros le dijeran que un partido político o un determinado grupo social intentan introducir en el Código Penal la gula como un delito, nuestra reacción iría, posiblemente, desde la sonrisa condescendiente, hasta la mayor estupefacción, ante semejante desatino.

Todos sabemos, y respetamos esa creencia, que, desde la perspectiva católica, la gula, deseo desordenado de comer y beber, es uno de los siete pecados capitales y, por tanto, desde la eventualidad de la salvación del alma, un motivo de condenación.

Incluso podríamos considerar, desde una posición más próxima a la ética, francamente condenable atiborrarse de comida y desperdiciarla si tenemos en cuenta la cantidad de personas que cada día se mueren de hambre en el mundo. Repito que desde una perspectiva ética pero nunca con intención punitiva.

Viene esta breve disquisición a cuento del asunto, ya manido, de la abolición o regulación de la prostitución y de la actitud que determinada izquierda toma frente a este asunto.

En concreto, me ha sorprendido, y mucho, aunque por supuesto, desde el más absoluto respeto, la propuesta expresada por el recién elegido secretario general del PCE, José Luis Centella, quien ha afirmado que la prostitución debe ser incluida dentro de la violencia de género.

Precisamente porque es ésta una aseveración generalizadora, que no tiene en cuenta todos los matices posibles, es por lo que semejante posición me parece inadecuada y quizá, de algún modo, coincidente con los que se sitúan sólo en la óptica del aspecto moral de la cuestión.

Me da la impresión de que Centella considera la prostitución como un problema meramente social. Es decir mantiene una visión que es heredera de la que tenía la izquierda hace ya muchos años y que era consecuencia de la indudable explotación sexual a la que se veían sometidas muchas mujeres trabajadoras para poder subsistir. Sobre esto sobre cualquier comentario adicional.

Sin embargo, en mi opinión, olvida Centella que siempre han existido personas que han alquilado su cuerpo para satisfacer las necesidades sexuales de otras personas y que hacen de este trabajo su modo de vida.

Evidentemente, nos podrá parecer más o menos atinado y deseable este tipo de trabajo pero, en todo caso, sólo podremos hacer una análisis negativo si nos situamos en una perspectiva moral, pero jamás social y, mucho menos, una laboral o penal. Podremos pensar que deploramos que alguien se dedique ese trabajo pero, en caso alguno, ni las prostitutas o prostitutos, ni sus clientes, podrán ser considerados delincuentes, de igual forma que no lo podrán ser considerados los glotones o los masturbadores porque, de alguna forma, estaríamos equiparando pecado y delito.

Por supuesto, todo lo expuesto sólo sirve para aquellos casos en que la persona que se dedica a la prostitución, lo hace de manera libre y consciente y sólo en ese caso. Huelga decir que, todo lo que suponga una explotación, como en cualquier otra actividad, debe ser castigada sin la más mínima contemplación y con la máxima severidad que prevean las leyes.

Además, se corre el riesgo de que la abolición sólo afecte a quienes menos posibilidades de eludir la ley tengan, de forma que, la prostitución de lujo continúe su actividad sin más problemas como ha pasado siempre, y la más modesta soporte todos los rigores de la ley, de igual forma que únicamente los ricos tienen auténtica capacidad para defraudar a Hacienda.

También quiero que quede claro que la opinión expresada es absolutamente personal y no trata de representar a nadie, por más que yo pertenezca a determinada formación política en la que, además, hay un amplio y no finalizado debate sobre esta polémica cuestión.

Tómese pues, con una modesta aportación, más en el intento de que, de una vez, se aclare el panorama de una serie de personas que, hasta ahora, están en la mayor parte de las ocasiones sujetas a la tolerancia (vista gorda) de las autoridades pero sin la menor protección legal y desprotegidas antes, esta vez si, violencia de grupos de fanáticos moralizantes.





10 comentarios:

Antonio dijo...

Comparto tu opinión. Es más, todo sujeto tiene derecho a trabajar con la parte de su cuerpo que le apetezca, siempre que haya demanda para ello, que no imponga el consumo y que no se someta a la explotación de otros. En este caso es donde cabe, más que en ningún otro, el trabajo autónomo. La persona que trabaja es dueña, señora y productora del producto que vende, nadie más ha de participar para sacar ganancias del hecho o servicio que presta.
La lucha contra la prostitución y la explotación sexual es equiparable a la lucha por la explotación del obrero por parte del capitalista, con los matices que se quieran introducir, salvo que no está regulada y eso permite abusos incontrolados. Regulación de la actividad ya, con convenios laborales adecuados, servicio médico de empresa, seguridad social y normas para prestar el servicio sexual que garanticen su normal desarrollo, su correcto uso y una calidad sanitaria en la prestación del mismo.
No se le pueden poner puertas al campo.
Un saludo

RGAlmazán dijo...

Txema, totalmente de acuerdo. Entra, si puedes y quieres aquí,
verás que este tema también lo ha tocado Curro y con gran polémica.

Salud y República

m.eugènia creus-piqué dijo...

Bon día Txema. Estoy por la regulación pero YA!! Hace años que esto debería estar normalizado. Petons.

Ciberculturalia dijo...

Querido Txema no sabes cuanto me ha ayudado tu entrada. Oí la propuesta del PCE y me quedé pensativa, pero sobre todo muy confusa.
No sabes cómo me has abierto mi mente en este tema. Estoy totalmente de acuerdo en lo que dices, en tus planteamientos, en tu conclusión.
Voy a seguir leyendo sobre ello. Me ha interesado mucho seguir el debate.
Te has dado cuenta lo bueno que es incentivar las mentes?
Un beso

Txema dijo...

Antonio tu escrito completa y enriquece el mío. Se nota de sobra tu talento. Esperemos que sirva para algo nuestra aportación.

Rafa, estaba seguro de que en este asunto también estaríamos juntos. Me pasé por la web de Curro y comprobé que, ni mucho menos, es un tema en el que haya un mínimo de convergencia.

Bon día Gèni. Coincido contigo, pero si entre nosotros no somos capaces de llegar a un acuerdo, posiblemente sea muy complicado pedir a los demás que lo hagan.

Carmen, me halagas demasiado. Sólo he tratado de remover un poco las conciencias para que las mentes se pongan a trabajar pero, por supuesto, mi aportación es sólo una gota de agua en un odéano de confusión.

Anónimo dijo...

Obviamente, estoy a favor de regularizar su situación.

Txema dijo...

Obviamente Menda no esperaba otra cosa.

Un saludo.

Txema dijo...

Por supuesto María que seguirá existiendo prostitución. Lo que creo es que debemos abandonar las posturas moralizantes y aracaicas de ciertos y ciertas izquierdistas y feministas trasnochados.

-_- dijo...

Estoy completamente de acuerdo. Éste es un debate en el que a menudo se confunden conceptos, a veces con buena intención y sin percatarse del error. Otras veces y por desgracia, interesadamente.

Debemos discernir la esclavitud, en el caso que nos ocupa la esclavitud sexual, de la prostitución.

(...)

He empezado a escribir, me he animado, y me ha quedado un comentario larguísimo. He preferido publicarlo en una página aparte. Dejo el enlace.

Cordialmente,

Cliente X dijo...

Pues en el programa electoral de IU para las pasadas generales la coalición adoptaba firmemente esta visión de la prostitución.

Qué queréis que os diga, yo estoy de acuerdo. No con la visión de IU sino con que las izquierdas conciban esta actividad como algo repulsivo, imponiendo su moral particular a la vez que desoyen a lxs trabajadrxs del sexo. Me parece totalmente coherente.

¿Que la abolición perjudica más a los más débiles? Pues claro, OBVIO, es una política de izquierdas y como tal solamente puede favorecer a los más privilegiados. Por eso la aplaudo, pq os retratáis.