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sábado, febrero 20, 2010

GRAVE INCIDENTE EN DUBAI

Es muy factible que algunos, o incluso todos los seguidores judíos de este blog, se enfaden conmigo por esta entrada. Es posible, y lo sentiré enormemente, que se sientan contrariados por mi severa crítica de un hecho que me parece inadmisible, como ha sido el asesinato de Mahmoud al-Mabhouh (Hamás) en un hotel de Dubai, que ha provocado una serio escándalo y rechazo internacional y ha dejado en muy mal lugar al gobierno de Israel que ha actuado al margen de la legalidad.

Es factible que, más allá de toda racionalidad, se me confunda con los enemigos del Estado judío por el hecho de no compartir la política de su gobierno en la cuestión de Gaza. Pero será injusto y, sobre todo, falso.

Espero que esas personas, a las que tengo por sensatas, entiendan que permanecer en silencio ante casos como éste, es una forma de complicidad con quien ha vulnerado el estado de derecho del que la nación judía no puede sustraerse. Sería, además, un triple traición.

Por un lado, a mí mismo, que siempre he creído que nadie, bajo pretexto alguno, puede saltarse las normas del derecho, privado o público, nacional o internacional.

En segundo lugar, una traición a los miles de israelíes que, como Gideon Levy quien desde el periodico Haaretz, cuyo artículo del 18 pasado me ha servido de base para el mío, luchan cada día por lograr una paz justa en Palestina que, actos como este, dificultan.

Y, finalmente, como descendiente en parte de judíos españoles no puedo permitir que estos desmanes acaben por machacar definitivamente el crédito de todo un pueblo tantas veces víctima, algo que, a veces, se olvida desde dentro y desde fuera.

Y no me servirá como argumento que el hecho de no vivir en Israel invalida mi opinión, porque en España tenemos nuestro propio terrorismo que algunos quisieron combatir desde las cloacas y fueron mandados a la cárcel, bien es cierto que no todos. No es una cuestión de territorialidad, sino de ética.

No se puede entrar en país y asesinar impunemente a alguien por el hecho de que se le considere un terrorista y, aún resulta más grave, que para cometer ese delito se haya utilizado la identidad de siete personas a los que ahora se ha puesto en grave peligro.

Y tiene mucha razón Levy cuando señala que la cuestión de fondo no es debatir si el asunto ha sido una chapuza o no. Lo primordial, lo que debe llevar a una seria reflexión a la ciudadanía israelí es si el asesinato puede ser una arma legítima, aunque sea para combatir al terrorista.

El Mossad, presunto autor del crimen, es un servicio de inteligencia para prevenir los ataques contra Israel, pero no puede convertirse en una especie de escuadrón de la muerte, y su jefe Meir Dagan es responsable de este acto que, como era de esperar, ha dividido a la sociedad, aunque la prensa oficialista siga adulando a su máximo responsable y a su valedor Benjamín Netanyahú. Ambos deben responder.

Levy va, como siempre, mucho más lejos que la mayoría de los ciudadanos de Israel cuando señala con el dedo a una sociedad adormecida que va a seguir ignorando “como es su costumbre” la causa del terrorismo: la ocupación israelí.

Estos ciudadanos deben comprender que no vale todo contra el terrorismo, en la lucha contra el contrabando de armas en Gaza o en la prevención de los actos de Hamás y contra sus elementos dirigentes.


Tienen que entender que el Estado no puede ser el primero el vulnerar las normas del derecho de gentes. El día que esto ocurra se habrá dado un paso importante hacia la paz.