lunes, mayo 25, 2009

Varapalo ético al gobierno

Muy interesante artículo de Rafa G. Almazán


Por fin el Constitucional ha devuelto el sentido común a un Tribunal Supremo manejado por el gobierno, mediante su fiscalía, al que apoyaba el Partido Popular. La paranoia de prohibir todo lo que se menea en cuanto huela a batasuno, sin ir más lejos, ha sido frenada de momento.

El Tribunal Constitucional ha puesto las cosas en su sitio y no encuentra indicios para prohibir el derecho fundamental de representación.

Las explicaciones y argumentos de la fiscalía eran tan peregrinos que tendría que darse en la Facultad de Derecho como una asignatura obligatoria titulada, algo así como: Maquiavelo, quítate el velo.

Porque esta prohibición era maquiavélica, sin sustancia, pero eso sí, trataba de conseguir un fin. No importaba los medios. Alguien tiene que entender que no se pueden forzar las leyes. La ley de Partidos es una ley anticonstitucional, así lo reconocen muchos expertos en derecho constitucional, pero retorcerla, para sacarle provecho cuando interesa, es una actitud aviesa y alarmante, que quita esencia a un Estado de Derecho.

No es posible dejar los principios a un lado, con el fin de ganar una batalla, y menos cargarse con argumentos falsos y forzados para conseguir fines abyectos. Antes que los votos, están los principios.

Ya sé, ya sé que esto no siempre lo comprenden todos, la prueba es el revolcón que le ha pegado el Consitucional al Gobierno y a sus amigos peperos (otra pinza más) al decirles que la libertad de asociación, de expresión y de representación está en la base de la democracia.

La sentencia ha sido fallada por unanimidad. Acaban, entre otras cosas por esa torpeza vil --o no--, de hacerle gratis la campaña a Iniciativa Internacionalista, en contra de opciones como la que yo defiendo, Izquierda Unida. Y a pesar de todo me alegro, porque hoy el Tribunal Constitucional ha ejercido su labor de garante de un Estado de Derecho.

Pero no pasará nada, ellos seguirán, haciendo que se pelean, representando el papel de matrimonio mal avenido, pero afilando los cuchillos alrededor para que nadie les quite ese bipartidismo que con ayuda de leyes injustas --la ley electoral-- y de otras fabricadas para fines marcados --ley de partidos--, redondean su poder, alternándose, pero uniéndose cuando se trata de redondear su poder conjunto. Ahí, por los suelos, ha quedado la vergüenza, el honor y los principios, y todo por un miserable plato de lentejas llamado: Ley de Partidos.

En un democracia, no vale todo. No se puede ir fumigando con leyes a la medida los principios que la sustentan. Porque a veces, esta misma democracia vuelve las cañas lanzas y pega un revolcón a sus más altos mandatarios.

Pero no pasa nada, seguirán con la cabeza levantada, lamentando que exista un Tribunal Constitucional que no les da la razón siempre, que no se lea la letra pequeña de las situaciones y no les haga caso en sus actos de fe, donde la ética queda aparcada para dejar paso a la pura, dura y lamentable política del poder

No hay comentarios: