domingo, agosto 14, 2011

ELOGIO DE LA CORDURA

He seguido estos días con mucha atención los acontecimientos que han sucedido en varias ciudades de Inglaterra en las que se  han producido estallidos de violencia que, desgraciadamente, han costado un saldo de cinco muertos, al que hay que sumar el del joven negro cuya muerte fue,  supuestamente,  el detonante de todo lo acontecido después.

Como Jamás he condenado la violencia “venga de donde venga”,   por la sencilla razón de que me parece una memez,  tampoco tengo la necesidad de asumir como buena la violencia en sí misma,  es decir,  cuando,  en vez de ser un medio para lograr algo,   se convierte en  un fin que no pretende nada más que eso:  violencia indiscriminada e ineficaz.

Hasta tal punto es inútil esa violencia,  que logra precisamente lo contrario (si no es finalmente lo que en realidad pretende) de lo que argumenta como finalidad.  De tal modo que la mayor parte de la ciudadanía rechaza categóricamente estos hechos,  y los motivos que la  generan pasan a olvido, por muy justos que fueran.

¿Quién se beneficia de este olvido?  Precisamente quienes son los mayores responsables de la degradación social que da lugar a la protesta.  En el caso que me ocupa,  un tipo como Cameron ha logrado un apoyo masivo, incluido el de  ciudadanos que han salido a colaborar para retirar de las calles las pruebas de los incidentes.  ¿Son todos manipulados,  desinformados y de derechas?

Resulta curioso como esos grupos, seguramente sin ideología,  al final le hacen el trabajo a las fuerzas más conservadoras y logran santificar la represión y que aumenten los partidarios de la mano dura.  Pero, a poco que se repase la historia, se podrá comprobar que siempre ha sido así. 

Es innegable que al albur de una situación inadmisible que,  por cierto,  no se ha producido de la noche a la mañana,  se han sumado delincuentes que nada tienen que ver con la misma. Y estos son los virus que han  infectado  un cuerpo social sano y digno,  que reivindica no privilegios, sino justicia.

Me ha parecido especialmente emotivo el mensaje del padre de uno de los chicos musulmanes atropellados deliberadamente en una gasolinera cuando querían proteger sus negocios.  Ha hecho un llamamiento a la serenidad y a no cometer barbaridades en su nombre.  Tal signo de cordura sólo merece un elogio y una reflexión.

Decía que no rechazo la violencia venga de donde venga y lo reitero.

La mayor violencia es la que ejerce el Estado sobre los ciudadanos como hemos podido comprobar en estos últimos meses en la mayor parte de los países europeos cuando aplasta sus derechos sociales.  Ciertamente.  Y contra esto hay que luchar, sin duda. El problema es de qué forma.

Cómo podemos luchar contra esta situación tras varios años de progresivo anquilosamiento, de pérdida de la identidad política, de desmovilización social y de desideologización.

La realidad nos indica que,  pese a lo que sucede,  muchos trabajadores votan masivamente a los partidos que después destrozan sus derechos sociales. 

El problema está en que hemos aceptado sin más las reglas de juego del sistema,  las hemos dado carta de naturaleza y hemos condenado cualquier otra forma de hacer “democracia”, más allá de  lo meramente institucional.

El sistema se ha blindado contra cualquier forma de lucha de tal forma que,  por ejemplo,  la Constitución española prohíbe taxativamente la huelga por motivos políticos. Es decir los ciudadanos estamos atados de pies y manos por nuestra propia voluntad.

Además,  en los "estados de derecho" occidentales,  se ha pactado que el monopolio de la violencia lo detente el estado,  que se nutre de todo tipo de fuerzas represivas, en teoría para defender el orden constitucional,  es decir nuestros derechos, sin exclusiones.

Pero, si el Estado rompe unilateralmente ese acuerdo,  la ciudadanía queda automáticamente desligada de él y puede no cumplir sus compromisos. La violencia ya no sería monopolio del Estado.

Pero, atención,  no se trata de quemar tiendas de inmigrantes, ni de atropellar a nadie,  ni de robar pantallas de plasma, o lo que lleva en la mochila un joven herido;  se trata de utilizar la violencia con cordura,  allí donde el golpe es verdaderamente eficaz y debilite cada vez más al sistema.

Por eso,  y acabo, el movimiento 15M, que actúa con sosiego,  mide sus fuerzas y es un foro verdaderamente participativo,  pese a que haya algunas cuestiones por aclarar,  está llamado a remover las conciencias.  Su cordura también merece un elogio.   

11 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

A tu lado yo me siento como Gandhi: pacifista total y anti-violencia, venga de donde venga. Por mi, los ejércitos deberían hacer unicamente labores humanitarias y sociales y el armamento debería ser suprimido, dotando a la educación de más medios para crear conciencia ética y social y no permitir que los gobiernos ejerzan ,no solo violencia, sino cualquier tipo de acción antidemocrática.

Txema dijo...

Y estoy de acuerdo contigo, por supuesto. Creo que el problema es la idea general que se tiene de violencia referida sólo a la alteración del orden social o en su extremo máximo, el terror.

Pero no necesariamente tiene que ser así. Se puede contestar a la violencia por otros medios, aunque no los llamaría pacíficos.

No soy defensor de las matanzas ni individuales, no colectivas.

Saludos

Freia dijo...

Chapeau, caballero de Noeraixò! ( anda, un pareado) Yo alabo su cordura al escribir este post.
A mí me estremecieron las imágenes del joven aturdido, al que le habían propinado una paliza para robarle la bicicleta. Ver cómo unos cuantos degenerados, con la excusa de ayudarle, se le acercaban y aprovechaban para robarle me puso los pelos de punta, sinceramente.

Un abrazo y que la oscuridad le sea propicia.

Ciberculturalia dijo...

Ya sabes lo que pienso: la peor violencia es la ejercida por el Estado y por el sistema. Es la que genera comportamientos desmedidos, comportamientos brutales que nadie, por supuesto, quiere.

La raíz está ahí y es dónde, a mi juicio, habría que poner el acento.

Bueno, no siempre estamos de acuerdo en los enfoques y en los análisis, sin embargo yo respeto tu punto de vista y por eso te comento.

Un beso

RGAlmazán dijo...

El ejemplo que está dando el 15-M es de admirar. El peligro está en que si no se mantiene una tensión constante, te sacan de los medios y la labor del 15-M puede morir.
Hay que soplar para avivar el fuego pacifista del 15-M, es, hoy, la única esperanza de cambio real.

Salud y República

Dilaida dijo...

Intente dejarte ayer un comentario, pero estaba tan cansada que fui incapaz.
Estoy totalmente de acuerdo con el comentario que te ha dejado Rafa, el 15M es un ejemplo y esperemos que no decaiga.
Particularmente no veo la razón de ser o existir de un ejército, a no ser para defensa y ayuda de la propia comunidad.
Bicos

Txema dijo...

Gracias Freia por comentar. La verdad es que esa imagen fue la que colmó el vaso de mi indignación sobre esos presuntos revolucionarios sociales. Por eso este escrito.

Saludos.

Carmen, sé perfectamente lo que piensas sobre los hechos y no discrepamos en el fondo sino en las formas (y creo que tampoco tanto).

Claro que hay que ir al fondo de la cuestión, atacar ese problema supone dejar sin argumentos a los que usan de la violencia sin sentido.

Te agradezco doblemente tu comentario. ya lo sabes.

besos.

Txema dijo...

Rafa, coincidimos. Doy mucha importancia al 15M, me parece un movimiento esperanzador que puede servir como chispa que encienda una llama y esta si será verdaderamente revolucionaria.

un abrazo

Dilaida, tampoco me gusta la existencia de ejércitos, ni siquiera para ayuda de la comunidad porque para eso está protección civil.

Además, ya se ha visto para que sirven los ejércitos en los tiempos modernos: para nada.

bicos

Martine dijo...

Otra más que deposita en el 15M todas sus esperanzas...
Magníficas exposición y argumentaciones las tuyas Txema.

¡Bisous et Chapeau bas!

Txema dijo...

Si Martine, el 15M ha abierto un camino, pero un camino que hay que recorrer cada día.

Besos y gracias por tu comentario

Txema dijo...

Muchas gracias María, tu opinión me reconforta.

Saludos