Se ha dicho siempre que el dinero es miedoso y que, en épocas de incertidumbre, se esconde cauteloso para reaparecer después cuando la tormenta ha pasado y la calma impera nuevamente. Pero, ¿y el no-dinero o la dependencia de otros para tener dinero?
Estaba acabando mis patatas con pollo, cuando en las noticias de TVE han comentado una que me ha dejado inicialmente preocupado. Resulta que la morosidad, es decir, el dinero que se debe y no se puede pagar, llega ya al 4,56 por ciento el total de las deudas, lo que supone un 13 por ciento más que hace un año, la cifra más alta desde 1986.
¡Vaya por Dios!, he pensado mientras untaba un poco de pan en la salsa que quedaba en el plato, esto si que es una mala noticia, porque estoy convencido de que los que no pueden pagar lo pasan muy mal, pero que muy mal. La mayoría de quienes que piden un crédito tiene la voluntad de devolverlo en los plazos fijados, eso es seguro y, por tanto, muy mal tienen que ir las cosas para dejar de pagar. Ese es, en muchos casos, el último extremo.
Pero también me he imaginado que otros muchos se han alegrado de tal noticia, aunque con la boca pequeña digan lo contrario. ¿Quiénes?. Pues muy fácil: la banca.
Para los banqueros la morosidad es un problema, cierto, pero en las cifras que hay en España es un problema menor. El verdadero problema lo tienen los morosos que ven como llegan los recibos de las hipotecas, de los créditos o de lo que sea, y no tienen con qué hacer frente a ese pago. Y aquí es donde radica uno de los problemas.
La mayoría de esos morosos, que no desean serlo, son pequeñas empresas, alguna de tipo medio y familias. También hay alguna empresa grande pero, éstas, resuelven el problema de otra forma. Recurren al concurso de acreedores, lo que antes se llamaba suspensión de pagos, se nombre un administrador por parte de un juzgado y, antes o después, se suele llegar a un acuerdo, en el que todos salen beneficiados. Como las deudas suelen ser muy altas los bancos prefieren no perderlo todo y pactar paga cobrar.
Pero, para ese otro resto, las familias y las pymes, la negociación con el banco resulta mucho más complicada y eso los bancos lo saben. Por eso les aprietan las clavijas al máximo y es frecuente oír que alguna persona ha sido expulsada de su casa, en aplicación de la Ley, a causa de que ha dejado de pagar. El banco se queda con la casa y la puede vender.
Bien, pero supongamos que después de muchas conversaciones, negociaciones, idas y venidas, ruegos y más ruegos, se consigue que el banco se avenga a aplazar el pago de la deuda y el director de la sucursal te diga: “bueno ya me lo pagará cuando pueda” y veremos la forma de ampliar el plazo. ¡Que maravilla! Porque estamos salvados.
Nos volvemos a nuestra oficina o a nuestra casa contentos y agradecidos por la generosidad del banco. y pensando la suerte que hemos tenido de poder lograr ese aplazamiento hasta que las cosas nos empiecen a ir mejor.
Pues no señores, no. El banco lo único que ha hecho es alargar nuestra dependencia de él, con lo que nos sigue teniendo en sus manos y claro, eso nos vuelve, no voy a decir miedosos pero si cautelosos y en el fondo enemigos de cualquier cambio que pueda alterar nuestra situación. Nada de experimentos izquierdistas que hablan de más impuestos, porque eso desanima a las grandes empresas que se irán a otro lado y resulta que son mis compradores, nada de reformas fiscales, porque espantarán a las grandes fortunas que crean puestos de trabajo, nada de vigilar el precio de la vivienda, porque si sube, eso quiere decir que las cosas van bien y habrá más facilidad para conseguir préstamos. Así que con morosos o sin morosos, la banca siempre gana.
En fin, lo dicho, el dinero será miedoso, pero la dependencia de otros para tenerlo, también nos vuelve miedosos.
Estaba acabando mis patatas con pollo, cuando en las noticias de TVE han comentado una que me ha dejado inicialmente preocupado. Resulta que la morosidad, es decir, el dinero que se debe y no se puede pagar, llega ya al 4,56 por ciento el total de las deudas, lo que supone un 13 por ciento más que hace un año, la cifra más alta desde 1986.
¡Vaya por Dios!, he pensado mientras untaba un poco de pan en la salsa que quedaba en el plato, esto si que es una mala noticia, porque estoy convencido de que los que no pueden pagar lo pasan muy mal, pero que muy mal. La mayoría de quienes que piden un crédito tiene la voluntad de devolverlo en los plazos fijados, eso es seguro y, por tanto, muy mal tienen que ir las cosas para dejar de pagar. Ese es, en muchos casos, el último extremo.
Pero también me he imaginado que otros muchos se han alegrado de tal noticia, aunque con la boca pequeña digan lo contrario. ¿Quiénes?. Pues muy fácil: la banca.
Para los banqueros la morosidad es un problema, cierto, pero en las cifras que hay en España es un problema menor. El verdadero problema lo tienen los morosos que ven como llegan los recibos de las hipotecas, de los créditos o de lo que sea, y no tienen con qué hacer frente a ese pago. Y aquí es donde radica uno de los problemas.
La mayoría de esos morosos, que no desean serlo, son pequeñas empresas, alguna de tipo medio y familias. También hay alguna empresa grande pero, éstas, resuelven el problema de otra forma. Recurren al concurso de acreedores, lo que antes se llamaba suspensión de pagos, se nombre un administrador por parte de un juzgado y, antes o después, se suele llegar a un acuerdo, en el que todos salen beneficiados. Como las deudas suelen ser muy altas los bancos prefieren no perderlo todo y pactar paga cobrar.
Pero, para ese otro resto, las familias y las pymes, la negociación con el banco resulta mucho más complicada y eso los bancos lo saben. Por eso les aprietan las clavijas al máximo y es frecuente oír que alguna persona ha sido expulsada de su casa, en aplicación de la Ley, a causa de que ha dejado de pagar. El banco se queda con la casa y la puede vender.
Bien, pero supongamos que después de muchas conversaciones, negociaciones, idas y venidas, ruegos y más ruegos, se consigue que el banco se avenga a aplazar el pago de la deuda y el director de la sucursal te diga: “bueno ya me lo pagará cuando pueda” y veremos la forma de ampliar el plazo. ¡Que maravilla! Porque estamos salvados.
Nos volvemos a nuestra oficina o a nuestra casa contentos y agradecidos por la generosidad del banco. y pensando la suerte que hemos tenido de poder lograr ese aplazamiento hasta que las cosas nos empiecen a ir mejor.
Pues no señores, no. El banco lo único que ha hecho es alargar nuestra dependencia de él, con lo que nos sigue teniendo en sus manos y claro, eso nos vuelve, no voy a decir miedosos pero si cautelosos y en el fondo enemigos de cualquier cambio que pueda alterar nuestra situación. Nada de experimentos izquierdistas que hablan de más impuestos, porque eso desanima a las grandes empresas que se irán a otro lado y resulta que son mis compradores, nada de reformas fiscales, porque espantarán a las grandes fortunas que crean puestos de trabajo, nada de vigilar el precio de la vivienda, porque si sube, eso quiere decir que las cosas van bien y habrá más facilidad para conseguir préstamos. Así que con morosos o sin morosos, la banca siempre gana.
En fin, lo dicho, el dinero será miedoso, pero la dependencia de otros para tenerlo, también nos vuelve miedosos.
7 comentarios:
Ya lo dice el refrán:'Poderoso caballero es don dinero'.
Primero decirte, querido Txema que como es las 13:30, a un paso de comer, y acabo de hacer mucho ejercicio nadando, mi estomago ha comenzado a producir jugos gástricos, viendo como comías tus patatas con pollo y untabas el plato con ese currusquito de pan. De verdad tal ha sido el impacto que he tenido que leer varias veces tu entrada para enterarme de lo que hacen los bancos con nosotros.
En fin, a pesar de la barbaridad y de los pobres morosos y de los indecentes bancos, mi rostro tiene aún una sonrisa pensando en tus patatas con pollo
Un abrazo querido Txema
Yo también prefiero el pollo y las patatas. Te animo, entonces, a que visites mi otro blog, más imtimista y poco correcto políticamente.
Maria y Menda ya están de seguidoras y parece que les agrada. Ya me contarás.
Y no sé si viste mi mensaje de felicitación de Santa Cármen. Creo que me quedó un tanto cursi.
¡Que comas bien!
Desde mi descanso te mando un abrazo.
Si vi tu felicitación y de cursi nada me encantó Txema
Un abrazo
Hola Txema.
Gracias por tu visita. Me ha gustado mucho tu blog.
Tienes cosas muy interesantes.
Me quedaré un ratito más leyendo cosas.
Mil besos
Sara
Hola. Me alegro de tenerte con nosotros. Hay otro que para tí es más interesante (al menos eso me parece) que es txema-unaformadepresenme.blogspot.com
Besos.
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